La crítica: Espacios. Arquitectura precaria | |
Foto: Ingrid Hernández LA VIVIENDA PRECARIA, MUY COMÚN.
México ⁄ En una sociedad como la nuestra, donde se vive con tantas carencias, es necesario desarrollar la propia capacidad de adaptación a cualquier circunstancia y también reconocer el valor de lo precario. Especialmente en la Ciudad de México, un conglomerado urbano sobrepoblado, que se caracteriza por la falta de planificación a todos los niveles. Cuando buscamos un espacio para vivir, trabajar o reunirnos con otras personas, tenemos que echar mano del ingenio para conseguirlo, aunque no contemos con el presupuesto suficiente.
La solución de la vivienda precaria, que sigue siendo muy común en la periferia de las ciudades, implica un proceso de asentamiento —muchas veces ilegal— y construcción con materiales efímeros como lámina y cartón, para solucionar provisionalmente la falta de techo. Con el tiempo la vivienda precaria va siendo sustituida por otra más sólida y permanente, pero durante el proceso se pierde la oportunidad de adoptar una solución más adecuada a las necesidades de la familia, debido a la improvisación y poca preparación de la mayoría de las personas que se instalan en dichas condiciones. En México aún no alcanzamos un grado de desarrollo que propicie la aplicación de los conocimientos de profesionistas de alto nivel: desde arquitectos, ingenieros y urbanistas, hasta abogados, sociólogos y economistas, para encontrar soluciones factibles que ayuden a erradicar los asentamientos irregulares. En otros campos, como en el arte, recientemente han proliferado espacios cuyo uso ha sido readaptado. Al parecer, los artistas están siendo los más creativos para conseguir sus objetivos. Es notable observar cómo se han organizado para generar espacios expositivos en sus propias viviendas o apartamentos para responder a la necesidad de expresión que les caracteriza, y que en ocasiones se ve frustrada por la imposibilidad de ingresar al mercado del arte, que no puede acoger a todos los artistas —locales y extranjeros— que viven en la ciudad. Los arquitectos nos hemos interesado poco por las necesidades de espacio de la gente con pocos recursos económicos, y preferimos participar en proyectos de alto presupuesto, donde estén costeados todos los aspectos de la construcción. Sin embargo, el no haber considerado el valor de lo precario ha operado en nuestro propio detrimento, ya que nuestro trabajo se ha vuelto un lujo y nos hemos marginado de la mayor parte de las obras que se construyen actualmente. Quizá sea el momento de reconsiderar nuestro papel en la sociedad y comenzar a ofrecer nuestros servicios a todos los niveles socioeconómicos.
Fuente: Milenio.com
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