Orgullo. El área donde se citan el pasado, el desarrollo, la calidad de vida y la naturaleza. Un legado para cuidar siempre. LA PRENSA/David Mesa
Las tierras de las áreas revertidas han triplicado y quintuplicado su valor inicial. Un apartamento en Clayton, que hace más de una década tenía un precio de $35 mil dólares, ahora cuesta $160 mil. Una residencia de tipo duplex, cuyo precio se iniciaba en $80 mil, se vende hasta en $450 mil.
La ubicación, la conservación de su extensa vegetación, tranquilidad y cercanía a la ciudad aumentaron el valor de estos codiciados terrenos hasta convertirse en apetecibles tanto para locales como extranjeros.
Se trata de un fenómeno inmobiliario sin precedentes en Panamá, que tardó 15 años contados desde el 31 de diciembre de 1999, fecha en que las áreas revertidas retornaron a manos panameñas.
Son más de 147 mil hectáreas que estuvieron durante casi un siglo bajo el paraguas de la administración de Estados Unidos. Comprenden un área total de 147,386.77 hectáreas: 35.2% corresponden a tierra y 64.8% a agua.
Quedan 3,679.77 hectáreas disponibles ordenadas, y 1,720.90 hectáreas por zonificar. (ver recuadro: Áreas revertidas).
Su administración, custodia y mantenimiento está a cargo de la Unidad Administrativa de Bienes Revertidos (UABR) — antigua Autoridad de la Región Interoceánica (ARI)—, unidad del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
José Antonio Serracín, secretario ejecutivo de la UABR, señala que pretenden hacer más dinámica la promoción de las subastas para que asistan más participantes. Anteriormente, las subastas solo se “subían” al portal de Panamá Compra. Pero el Gobierno urge de más recursos y por ende es más agresivo con la promoción de las áreas revertidas en medios impresos, panfletos, periódicos internos, revistas, entre otros.
La UABR hace varias subastas anuales, y la meta para el 2015 consiste en recaudar $70 millones. (No se detalló las ubicaciones de los terrenos).
En 2014 el objetivo fue obtener $74 millones, y se lograron $75 millones, asegura el secretario de la UABR.
Hasta el año pasado, el promedio anual de las subastas oscila entre $52 millones y $53 millones.
Serracín comenta que los bienes revertidos son atractivos para cualquier interesado local o extranjero porque son “buenas áreas” dispuestas en Panamá y Colón. “Es un privilegio estar en esas áreas”, considera.
Indica que quedan disponibles grandes globos de terreno, pero que son segregados porque así “es más fácil su venta”.
El uso de suelo para estas tierras (comercial, residencial u otro), depende del área. Pero el funcionario aclara que esto corresponde al Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial (Miviot), y no a la UABR.
“Nosotros no disponemos del uso de suelo; sino el Miviot. Nosotros vendemos [el terreno] con un uso de suelo. Si en dos o tres años el propietario del terreno quiere cambiar el uso de suelo, ya eso no depende de nosotros, si no de ordenamiento territorial del Miviot” manifiesta.
El exadministrador de la ARI, Nicolás Ardito Barletta, considera satisfactorio el desarrollo de las áreas revertidas. Expresa que las tierras y viviendas subastadas son propiedad de sus compradores. E igual sucede con los centros comerciales.
Barletta sostiene que otras áreas también valiosas, como las portuarias, Amador o Panamá Pacífico, se alquilan a largo plazo, con opción de compra en caso de que el Estado decida su venta. Otras se alquilan, de manera que hay diferentes tipos de contratos y de uso. Buena parte de las tierras, o sea viviendas, se han vendido, agrega.
Áreas de alta demanda
Las áreas revertidas son quizás las tierras más valorizadas del mercado panameño. Amador, Balboa, Clayton y Albrook suscitan el mayor interés.
A inicios del año 2000, las residencias fueron los bienes más vendidos de las áreas revertidas, recuerda Ingrid Aguilar de Iabrudy, corredora de bienes raíces.
Cuando empezó la venta de las viviendas por intermedio de la ARI —hoy UABR— el precio base era económico, pues empezaban entre $50 mil y $60 mil. Su valor se duplicó y ahora se venden en $120 mil.
La corredora detalla que en el año 2000 había un edificio de cuatro apartamentos en el área llamada “de las 600”, ubicado en el sector de Clayton.
El precio de cada unidad residencial iba de $35 mil a $40 mil, según su tamaño. El edificio completo se vendía en $160 mil. Quince años después, esos apartamentos tienen un precio unitario de entre $175 mil y $180 mil.
Las casas dúplex de tipo tropical y de 150 metros cuadrados, con estacionamientos en la planta baja y estructura en el piso superior, localizadas en Albrook, tenían a finales de la década de 1990 un precio base de entre de $60 mil y $70 mil.
Hoy en día su cotización empieza en $350 mil y a veces supera los $400 mil.
En ese entonces, en Clayton estaban en oferta las viviendas de tipo dúplex, de 165 metros cuadrados, y a un precio base de $80 mil. Ahora no se venden por menos de $400 mil.
Ingrid de Iabrudy sostiene que el aumento de los precios de estas propiedades se debe a su ubicación y una extensa vegetación. “Las viviendas están separadas unas de las otras, y el estilo de vida es diferente al del centro de la capital, que entre otras cosas es muy denso”, comenta.
En Clayton se estableció la Ciudad del Saber, donde se encuentran entidades, organismos internacionales y escuelas privadas de alto perfil. Vivir, trabajar y tener a los hijos en estos colegios cerca del hogar son ventajas que valoran los residentes.
Estas ventajas impiden que las áreas revertidas pierdan su valor. “Todas las áreas revertidas de Panamá, Colón y Arraiján”, en el futuro, serán una “minita de oro”, pronostica.
No obstante, la mayoría de las residencias de las áreas revertidas ya fueron vendidas. Pese a esto, aún quedan por venderse 390 residencias pertenecientes a la UABR. Desde hace muchos años se alquilaron a personas, quienes tendrán en su momento la primera opción de compra. Son residencias de áreas como Arco Iris, Espinar y Margarita, en Colón, y Balboa en Panamá.
“Con este grupo [de áreas] aplicamos una promoción con bancos para dar facilidad de financiamiento”, explica el funcionario de UABR.
Oferta en medio de disgustos
La oferta de terrenos disponibles para la venta por parte de la UABR se limita a lotes de terrenos de miles de hectáreas. Corresponde a promotores y desarrolladores la ejecución de proyectos de tipo residencial, comercial o institucional (escuelas y organismos internacionales).
Según Ingrid Aguilar de Iabrudy, en Clayton, cerca del colegio Javier, hay lotes que se pondrán a la venta. Se trata de un área donde se construirán algunas escuelas, pero los residentes del sector están en desacuerdo porque hay serios problemas de tráfico vehicular en la mañana y en la tarde.
“Tan solo en Clayton hay seis escuelas. Estamos hablando con las instituciones para que se limite el número de colegios en esta área”, dice Ingrid de Aguilar, también residente de este sector.
El riesgo de comprar en estas áreas es que las entidades gubernamentales no respeten la ley N° 21 de Ciudad Jardín. La norma declara los usos del suelo para baja densidad, área residencial, comercial y otros aspectos.
Esta legislación debía impedir la repetición del desorden de la ciudad de Panamá, sobre todo en densidad. Ejemplo del irrespeto a las normas de la Ley de Ciudad Jardín son los edificios construidos en Albrook y Clayton, con una altura mayor a la establecida según la densidad original.
Los edificios deben tener una altura mínima de un segundo piso o la copa de un árbol, y una máxima de siete pisos. “Pero algunas edificaciones no han respetado la normativa”, denuncia.
Protección de patrimonio
La otra cara de la moneda de este auge inmobiliario son los residentes de la Ciudad Jardín.
Max Crowe, presidente de la Asociación de Propietarios de Ciudad Jardín Albrook (Aprojal), sostiene que el propósito del gremio es proteger las áreas verdes y los derechos de 700 familias.
Entre sus problemas rutinarios se encuentra la recolección de la materia vegetal (pencas y hojas) en las áreas verdes; muchas veces de gran extensión.
Luego de una reunión con las actuales autoridades, lograron el mantenimiento de 13 parques por parte del Municipio de Panamá y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
La preservación del medio ambiente es uno de los problemas más constantes debido al desarrollo de proyectos comerciales e inmobiliarios que en ocasiones vierten aguas servidas a los ríos y quebradas.
Crowne explica que a finales de la década de 1990 se hizo un estudio amplio de las infraestructuras pluviales y se determinó que estas ya estaban colapsadas.
Sin embargo, continuaron los proyectos que contaminaban los ríos. Esta situación lleva a otro gran problema: la zonificación.
“Existe una ley sobre este tema y nada de lo que se contempla allí se puede cambiar a menos que sea a través de otra ley que modifique la norma”.
En tanto,” se han efectuado algunos cambios a la zonificación mediante decretos ministeriales”, dice Crowne.
Resultado de esto son los desarrollos comerciales que incluso fueron demandados ante la Corte Suprema de Justicia. Las demandas están sin resolverse.
Añaden los residentes que están alerta, toda vez que la idea que les vendieron al momento de adquirir sus viviendas era que ellos serían los reyes de un estilo de vida diferente, en medio de una extensa vegetación y pájaros de sonidos sinfónicos.
Nadie les aviso de las edificaciones y el desarrollo sin forma de estas tierras codiciadas.
Fuente: www.martesfinanciero.com |
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