El Tornillo, Panama
El "skyline" de Panamá, uno de los más espectaculares de Latinoamérica, ya no se concibe sin este mastodonte de concreto y cristal verdoso, con forma de tornillo invertido, que parece que taladra el cielo con sus 243 metros de altura y sus 47 plantas de oficinas. Visible desde casi cualquier punto de la ciudad, El Tornillo no es ni mucho menos su torre más alta; ocupa el séptimo puesto en el ránking de altura, pero sí es el edificio más emblemático y original de la arquitectura moderna panameña. Desde que fue terminado en el año 2011, es protagonista en postales, fotos publicitarias, guías de viaje y causa expresiones de admiración de turistas y panameños. También ha recibido varios premios y condecoraciones. "Es muy cool", comenta Ladi Meléndez, una adolescente panameña que pasa todos los días por delante del rascacielos de camino a la escuela. "Me gusta más que el Trump", añadió su amiga Daniela Martínez, en referencia a la torre Trump Ocean Club, propiedad del mediático magnate Donald Trump, que con 284 metros ocupa el podium de las construcciones más altas de Panamá. Pero no es oro todo lo que reluce y la fastuosidad y monumentalidad de la fachada y del lobby de El Tornillo se contradicen con su interior desamparado: solo tiene ocupadas el 37 % de sus oficinas, según confirmaron a Acan-Efe fuentes de la administración del edificio. El motivo? Los problemas de funcionamiento que ha tenido desde que fue construido. "Panamá es un país pequeño y el sector inmobiliario es aún más chiquito. En el gremio se corrió la voz de que el edificio no funcionaba muy bien y nadie se quiso mudar", reconoció a Acan-Efe un constructor local conocedor del sector inmobiliario que pidió mantenerse en el anonimato.
Situado en una de las arterias de la capital panameña, en plena área financiara, El Tornillo ha sido centro de especulaciones y de numerosas leyendas urbanas y su historia está envuelta en una nebulosa de hermetismo.
La "bochinchería" local dice que los cristales se suelen estallar con la lluvia y que, al poco de inaugurarse, los ascensores se inundaron y cayeron con un par de personas dentro. Los medios locales nunca se hicieron eco de ello.
La constructora y promotora del proyecto, la compañía panameña F&F Properties, no negó la existencia de "contratiempos", pero echó balones fuera y afirmó que el edificio "está bien construido y bien diseñado" y que todos los problemas "que pudiera haber" están relacionados con el mantenimiento.
F&F Properties se mostró además "orgullosa de haber construido este icono del horizonte panameño".
El estudio de arquitectura responsable del diseño, Pinzón Lozano y Asociados, y la junta directiva de propietarios de El Tonillo rechazaron tajantemente hacer declaraciones a este medio y, por tanto, confirmar o desmentir cualquier información.
Lo que sí pudo comprobar Acan-Efe es que la mayor parte de las oficinas están deshabitadas y se encuentran sin reformar, a la espera de ser alquiladas, con paredes sin pintar, suelos de cemento sin acabar y tuberías y cables a la vista.
"Cuando empecé a trabajar aquí me quise ir. Me encontré un edificio prácticamente abandonado: los ascensores y el aire acondicionado no iban bien, y las luces del parking ni siquiera estaban puestas", confesó Elías, que desde hace solo 3 meses es el jefe del mantenimiento de la torre.
En las pocas oficinas que están ocupadas hay empresas de todo tipo: aseguradoras, servicios profesionales o bufetes de abogados.
La embajada de República Dominicana en Panamá estrenó sede a principios de abril en la planta número 26.
"Me hacía ilusión trabajar aquí, pero la perdí cuando comprobé que para subir en ascensor a la oficina necesitaba casi 20 minutos. Nunca funcionan todos los ascensores", afirmó el empresario panameño Alberto Chang, que tiene alquilado un pequeño despacho en la torre.
Según la constructora, el edificio fue vendido al poco de inaugurarse principalmente a inversores locales, norteamericanos, rusos, colombianos, españoles y dominicanos, entre otras nacionalidades.
Una fuente relacionada con la torre, que pidió no revelar su identidad, le confesó a Acan-Efe tener sospechas de que muchas oficinas "se compraron para blanquear dinero", una práctica que no es precisamente infrecuente ni nueva en Panamá.
"El edificio fue vendido en su totalidad, que luego las oficinas no se hayan ocupado es problema de cada propietario", alegaron desde F&F Properties.
La historia de El Tornillo, que no es la única de este tipo en la capital panameña, podría ser un paradigma del mercado inmobiliario del país centroamericano. En cualquier caso, lo que sí que está claro es que el rascacielos ya tiene un hueco en la historia de la arquitectura mundial.
Fuente: El Espectador
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