Fuente: www.eleconomista.es
Un apartamento de una habitación en Manhattan viene a costar una media de 3.200 dólares mensuales, según un estudio realizado por MNS Group, un grupo inmobiliario, el pasado mes de julio. Evidentemente, los precios varían según los barrios pero es no evita que el neoyorquino de a pie, y especialmente los millennials, gasten más de 40% de sus ingresos mensuales en el alquiler, que se ha disparado más de un 20% entre 2009 y 2014, según la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios.
Estos precios se trasladan también a los turistas que visitan la Gran Manzana y para los que Airbnb ya no es una alternativa a los elevados costes de muchos hoteles. En estas circunstancias, comienzan a aflorar alternativas peculiares pero mucho más austeras para el bolsillo, no sólo de las visitas sino de los propios residentes. El emprendedor Jonathan Powley ofrece lo que él mismo califica en varios medios estadounidenses como "habitaciones rodantes", es decir, alojamientos en taxis y furgonetas, cuyo precio más asequible son 22 dólares por noche.
Powley se encarga de proveer distintos servicios en esta curiosa alternativa a Airbnb o los hoteles convencionales, como un colchón o un ventilador, que carecen de algunas necesidades básicas como un baño. Sin embargo, este emprendedor ofrece una larga lista de restaurantes que permiten a los usuarios de sus vehículos acceder a sus lavabos.
Mientras que la idea de Powley puede ser sostenible durante un par de días, para los residentes es necesario una alternativa mejorada. Es por ello que en San Francisco, algunos han optado por vivir en contenedores de carga por 1.000 dólares mensuales, como informaba Bloomberg. La agencia relata la historia de Luke Iseman, un graduado de Wharton School, que ha desarrollado un complejo residencial compuesto de 11 contenedores de carga de 160 pies cuadrados (aproximadamente 14,8 metros cuadrados). Entre sus inquilinos se encuentra un ingeniero de Facebook, un programador de SolarCity o un mensajero. Una alternativa favorable para el bolsillo pero ilegal. Aún así, según los datos del Departamento de Inspecciones Inmobiliarias, alrededor de 60.000 ciudadanos en San Francisco se cobijan de forma ilegal.
Fuente: El Economista |
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