viernes, 17 de marzo de 2017

Venezuela: Un país sin techo: Las dificultades de alquilar en Venezuela

Venezuela es un país sin techo. La falta de vivienda es la realidad de muchos actualmente. La oferta de inmuebles en alquiler es prácticamente nula; mientras el costo de viviendas acabadas es irrisorio ante el poder adquisitivo de los venezolanos.
Historias dramáticas donde literalmente le “roban” una casa a su propietario, porque luego de alquilarla no se la devuelven y no existe forma de obligarlos al desalojo; ni ganando un juicio en tribunales, ha obligado a propietarios de inmuebles a no arriesgarse. Mientras que familias venezolanas se quedan sin techo porque comprar vivienda es imposible con los salarios que se perciben y la desorbitada inflación.
No solo en el Táchira, sino a nivel nacional, el mercado de los alquileres prácticamente murió. Siguen alquilados quienes tienen años en un inmueble; pero no hay nuevas alternativas para rentar, afirma la presidenta de la Cámara  Inmobiliaria del Táchira, Elizabeth Morini.
“Desde hace muchísimos años  prácticamente no se manejan alquileres en la región. Hay inmobiliarias pioneras en el Táchira, cuyo mayor ingreso era por arrendamiento y administrar inmuebles; pero se han conseguido con una disyuntiva muy grande porque los propietarios quieren elevar  los cánones de arrendamiento para poder ajustar los costos a lo que es la realidad de la inflación y las leyes no lo permiten. Inquilinos que tienen muchos años ocupando un inmueble, aquí en San Cristóbal, pueden estar pagando 200, 300 o 500 bolívares mensuales y cuando quieren ajustarle el valor, el organismo regulador hace el avalúo y pone precios muy bajos que no corresponden con la realidad”.
Morini, quien también dirige una empresa de inmuebles importante en Táchira, dice que hace más de tres años no maneja alquileres porque es muy poca o casi nula la oferta de inmuebles. Explica que por la Ley de Arrendamientos los contratos deben ser por un año y queda a potestad del inquilino, y la Ley no explica la fórmula para poder ajustar el canon. Y si el dueño necesita el inmueble, no puede tenerlo porque es un proceso hasta de décadas, afirma.
La mayoría de las personas que hizo un apartamento o compró un inmueble para alquilar a terceros, lo hacía pensando en tener un ingreso para su vejez; pero las experiencias reflejan que retomar la propiedad, si así lo desean, puede dilatarse años e incluso algunos fallecen sin obtener de vuelta su casa porque son procesos muy engorrosos: “Yo misma tengo diez años esperando la entrega de un apartamento, con todos los juicios ganados, el inquilino tiene cinco años que no vive ahí, con un alquiler de 400 bolívares mensuales y sigo esperando que un juez ejecute la decisión para poder cumplir con los parámetros legales. Entonces, ¿quién se arriesga realmente a alquilar?”.
No se construye para alquilar
Si el Gobierno o la empresa privada pudiera construir viviendas y dedicarlas al arrendamiento, mejoraría la situación; pero realmente las leyes no protegen a quien alquila, y agrega la presidenta de la Cámara Inmobiliaria del Táchira que si lograran alquilar a precios correspondientes con la inflación actual, un apartamento en la ciudad de San Cristóbal podría tener un canon mensual de 100 o 300 mil bolívares, y los ingresos de un tachirense no dan para tales montos.
La empresa privada tampoco invierte en nuevas soluciones habitacionales por la inflación en los materiales y la escasez; además, el incremento de los salarios es otro factor que no le permite a un constructor seguir  urbanizando, señala Morini.
¿Qué comprar con 20 millones?
El 19 de enero pasado, el presidente Nicolás Maduro incrementó los montos máximos de crédito para la adquisición y mejora de inmuebles, a través del Fondo del Ahorro para la Vivienda de los Trabajadores; pero  solo muy pocos venezolanos llenan los requisitos para sacar prestados los  20 millones de bolívares que es la tarifa máxima del crédito, debido a que en los requisitos se exige un ingreso mínimo familiar de 448 mil Bs. mensuales y cancelar una cuota mensual de 156 mil 800 Bs.
Con esas exigencias de ingresos son pocos quienes pueden aspirar a un crédito por el organismo del Estado; pero aún teniendo opción a los 20 millones de Bs., no es mucho lo que puede hacer una familia porque en San Cristóbal y gran parte del país, el valor de un apartamento de interés social, tipo Unidad Vecinal o La  Castra, supera los 50 a 60 millones de bolívares de acuerdo a los costos que maneja la Cámara Inmobiliaria en la región.
“Alquilar es el peor negocio que pude hacer”
Pensando en su futuro, Doroteo Medina trabajó y construyó una vivienda secundaria que alquiló para tener un ingreso adicional, hace solo una semana logró que le fuera desocupada por su inquilino luego de varios años pidiendo el desalojo: “Me dejaron la casa totalmente destruida, hasta los cables se llevaron, me robaban lo que cultivaba en el lugar, donde tengo un terrenito pequeño, pero logré que se fueran por fin”.
Medina es jubilado, pasa los 80 años de edad, es lúcido y diligente. Cuenta que ahora tomó de nuevo posesión de su vivienda pero debe invertir mucho dinero en hacerla habitable: “Se llevaron todo, los tomacorrientes los dejaron sin poder usarlos porque arrancaron hasta los cables de luz de la casa, llaves de paso, las puertas acabadas, los vidrios de las ventanas rotos, el piso sucio y los baños casi inservibles. Yo había sembrado un maíz y lo arrancaron antes de irse. Es muy difícil poder alquilar después de una experiencia como esa, ahora debo meterle dinero que no tengo a la casa para poder venderla porque yo me estaba enfermando mucho por esa situación”.
La vivienda está ubicada en el municipio Córdoba y Medina relata que era una pareja adulta, sin hijos quienes la ocupaban: “Alquilar es el peor negocio que pude hacer en mi vida, en un país donde no hay seguridad de nada. Toda la gente me dice que corrí con suerte porque me la entregaron, lo que me parece injusto que piensen así, porque eso no es suerte, tener nuestros bienes cuando los necesitamos debe ser la regla, tenemos que volver a ser un país donde se respete la gente y lo que posee; pero parece que ya muchos venezolanos olvidaron qué es lo correcto y qué es ser vándalo y sin vergüenza”.
“Solo Dios es capaz de hacer justicia en este país”; asegura Medina que él desesperado por temor a perder su vivienda, hizo de todo lo que tenía a su alcance, como citar a los inquilinos a un abogado, pedirles desocupación por cuenta propia, ir a la Alcaldía, mandar emisarios de su familia para pedirles la salida durante más de tres años; al final, junto a su esposa  oraban todos los días e hicieron una promesa a las ánimas del purgatorio y a través de la ayuda divina lograron que se hiciera el milagro.
“Si la cosa no se hubiese vuelto así, uno podría alquilar y tener una entradita para los gastos de su vejez en este país, porque lo que uno recibe de la pensión del Seguro Social  no alcanza para medicinas y comer; pero ya no se puede inventar con nada, y para mí, irme del país a esta edad, ya no lo veo posible”.
“No tener dónde vivir es como estar en una postguerra”
Si la familia es la base fundamental de la sociedad, según las propias leyes venezolanas y principios morales del país, aquí acabaron hasta con la posibilidad de tener una familia porque quienes se casan no pueden comprar una casa o apartamento porque son demasiados caros, y la única oportunidad en un país normal para los que inician una familia es alquilar y aquí los alquileres se extinguieron. No hay dónde vivir”, dice José Parra.
Relata que tiene dos años buscando un espacio para alquilar para su madre, una señora de 75 años de edad, quien vive con una hija de 50 años: “Las tengo viviendo en una pensión mala, muy deprimente, pero no he conseguido un apartamento para poder reubicarlas. Realmente es casi una ratonera donde viven y se paga por una habitación 40 mil bolívares al mes, no tienen derecho a cocina, lo que incrementa los gastos para poder alimentarse. Es dramático,   porque no pueden cocinar y debo cocinar y llevarles o comprarles en la calle y para una persona mayor esa alimentación no es sana; además de costosa”.
Ha buscado en inmobiliarias, en anuncios de periódicos, con amigos y no ha logrado conseguir un espacio para alquilar para dos personas adultas; dice Parra que por su propia experiencia en el país, caso específico de Táchira, el mercado de los alquileres está muerto por completo. “No puede ser que pases dos años buscando por todas partes y no consigas nada, solo se explica en que no hay mercado de alquileres, que eso murió”.
Debido a su situación, decidió enviar a su madre, una sexagenaria, a otro país, bajo el cuidado de un hermano: “Tener que ver irse a mi mamá cuando tenía la ilusión de vivir y morir en su país, y no poderle cumplir su sueño de conseguir un apartamento para ella, me duele mucho. No sabes cuánto destruye esto una familia, tener que separarnos porque no conseguí en dos años un espacio para alquilar y teniendo el dinero, es dramático. No tener dónde vivir y con el dinero en mano, refleja la grave crisis de un país que se parece a una post guerra, de acuerdo a lo que se ve de naciones en esas circunstancias”.
Parra señala que comprar un apartamento le es imposible en este momento, porque los más económicos son 80 millones de bolívares en la ciudad de San Cristóbal, y se requiere de un ingreso muy importante para poder reunir ese dinero: “No te dejan alternativa, pedir un préstamo bancario, ahora para vivienda, prestan hasta 20 millones; pero no hay nada en ese precio, todo parece irreal, lo único real es las enormes cifras que cancelas para comer y medio vivir”.

Venezuela: Un hogar venezolano tiene en promedio Bs. 2.540.700 en elementos usados con potencial de venta

Fuente: www.elinformador.com.ve
 Una encuesta contratada por OLX y realizada por Iapsos en Venezuela reveló que un hogar venezolano tiene en promedio 2.540.700 bolívares en elementos usados con potencial de venta.

La encuesta, realizada en las principales ciudades del país, mostró que los venezolanos tienen disposición a guardar o a acumular elementos usados y que son muy pocas las personas que piensan en vender o en comprar artículos de segunda.

A los encuestados se les preguntó sobre la disposición a vender diferentes artículos del hogar como el caso de televisores, donde solo el 9% estaría dispuesto a vender su televisor usado y el 89% declaró que guardaría o no realizaría ninguna acción con el. En el caso de los teléfonos celulares, éstos cuentan con una disposición de venta más alta, -con un 16%-, pero el 81% de los encuestados declaró que guardaría o no realizaría ninguna acción comercial con ellos.

Dentro de los artículos con mayor disposición a la venta se encuentran las consolas y videojuegos, en donde el 31% de los encuestados declaró que vendería este tipo de artículos. Sin embargo, tan solo el 13% de los encuestados dijo poseer este tipo de elementos en su hogar.

Otro de los aspectos relevantes en la encuesta es la baja disposición a vender bienes como inmuebles, en donde solo el 7% de quienes dijeron ser dueños de un apartamento o casa, se encontraban dispuestos a venderlos eventualmente.

¿Por qué vender artículos usados?

La encuesta reveló que, si bienen términos generales los venezolanos no son muy dados a vender artículos usados, quienes si tienen disposición a vender lo hacen principalmente porque quieren actualizar estos artículos o porque necesitan dinero extra para adquirir otras cosas.

Las otras causas mencionadas fueron que son elementos que ya no se usan, que necesitan espacio en la casa, que le gusta vender artículos o que se están mudando.

Fuente: www.elinformador.com.ve

Actualidad: 7 signos que delatan que tu casa necesita una reforma (antes de venderla)

Baños con azulejos de los años 70
Tu casa es tu casa, hasta que quieres ponerla a la venta. En cuanto anuncias tu vivienda en el mercado inmobiliario, es importante hacer algo respecto a su estado. Una casa que se percibe como anticuada es mucho más difícil de vender, ya que la mayoría de la gente no está interesada en meterse en un proyecto de obras. Te resultará mucho más barato modernizar tu piso antes de ponerlo en el mercado para luego no estar regateando el precio de venta.

Está claro, te encanta tu casa porque es tu casa. Aunque a lo mejor tiene defectos como los que vamos a tratar en este artículo, pero oye, no pasa nada, tú vives en tu casa como a ti te gusta. Eso es así, ¡hasta el momento que la quieres vender!

En cuanto anuncias tu casa en el mercado inmobiliario, sí es importante hacer algo respecto a su estado. Ya que una casa que se percibe como anticuada, está pidiendo una “reforma, obra, mucho trabajo y, sobre todo, bajar el precio”.

La mayoría de la gente no está interesada en meterse en un proyecto de obras, ni en un proceso largo para adecuar su nueva casa, y menos esperar para entrar a vivir. Resulta que es mucho más barato modernizar tu piso antes de ponerlo en el mercado para luego no estar regateando el precio de venta.

En el caso de que quieras vender tu casa antes y por el mejor precio posible, arregla lo que tengas que arreglar y deja de ponerte excusas: ¡Nadie quiere comprar la casa de la abuela!

Puertas y armarios de madera oscura

El primer signo de que una casa está pasada de moda son sin duda las puertas y armarios de madera oscura. Sin saber nada de la casa, estas puertas gritan ¡años 70! Sobre todo, en las zonas de pasillo, crean un efecto sombrío con todas las puertas tan oscuras y juntas. Hoy por hoy, la mayoría de las personas que buscan un piso para comprar quieren un piso moderno con luz y unas puertas oscuras reflejan todo menos esto ¡Manos a la obra y a lijar y/o pintar!

Paredes de gotelé

Las décadas de los 80 y los 90 suponen los años dorados del gotelé en España y todavía muchos pisos de esta época tienen paredes ‘de palomitas’ como se dice en inglés. Se trata de una técnica consistente en esparcir gotas de pintura en una pared lisa. Definitivamente, ya es hora de quitarlo. Pide ayuda a un profesional o busca en internet como quitarlo por tu cuenta, a través de las numerosas páginas de bricolaje. Existen formas más prácticas y limpias que la antigua de lijarlo, y dan un resultado fantástico.

Baños con azulejos de los años 70

Ver un baño con este tipo de baldosas nos indica directamente el año de construcción del piso e indica que los propietarios no han invertido mucho en él. Sí eso es así, dará que pensar en que habrá más mantenimiento atrasado, ¿verdad? No dejes que el comprador potencial piense eso, tendrá razón para empezar a regatear el precio y tú perderás miles de euros en cuestión de minutos.

Cocinas antiguas

Cocinas sin encimeras continuas, con armarios de madera muy oscura o con baldosas llamativas: estos son signos de que la casa está muy anticuada. Intenta camuflar con pintura todos estos defectos y si no hay esperanza, quita la cocina y reemplázala por un modelo de cartón. De esta forma ayudas al comprador a visualizar el potencial que tiene la cocina, cosa que poca gente es capaz de hacer sin un poco de presentación visual.
Pomos dorados

Pomos, tiradores de latón y especialmente en combinación con puertas de madera oscura son las estrellas de un pasado lejano. Hay casas reformadas dónde el pomo dorado funciona muy bien en compañía de una puerta blanca, pero en líneas generales, se puede decir que son un signo claro de una vivienda que tiene sus años. Cosa poco atractiva para la mayoría de los compradores.

Paredes de ladrillo en tu terraza

Existen un montón de terrazas en España, exactamente como la de la foto. Otra vez nos revelan algo sobre el año de su construcción, pero más importante, no se presentan como sitios con encanto. ¿Te imaginas leyendo tranquilamente un libro en esta terraza? ¿O, más bien, imaginas que sea el sitio donde dejar tu bicicleta y tender la ropa? No lo pienses más, pide permiso a la comunidad, asegurate que legalmente puedes cabiar ese elemento de la fachada, compra un bote de pintura y ¡manos a la obra!

La decoración también influye

Aunque puede que parezca algo discutible, el estilo de muebles y la decoración, más su distribución, influye mucho en la primera impresión que te da una casa. Es decir, un estilo de muebles más clásicos, un exceso de mobiliario y accesorios, colores oscuros, librerías que cubren la pared entera y paredes amarilladas, son todos ellos signos de una casa fuera de moda.

¿Se puede tener un estilo de interiorismo clásico en una casa moderna? Claro que sí, pero será una excepción. Conviene quitar algunos muebles, cuadros y exceso de decoración, pintar las paredes de blanco y poner unas cortinas ligeras, para conseguir dar el cambio a tu casa. A lo mejor no será tu estilo preferido, pero abrirás una escala nueva de compradores potenciales y de eso se trata.

En el caso de que hayas reconocido tu casa en alguna de estas fotos o en nuestras recomendaciones, todavía estás a tiempo para presentarla de la mejor forma posible, luciendo más moderna y consiguiendo atraer más visitas.

Con estos consejos tendrás un buen punto de partida para hacerlo y si necesitas más consejos, acude a un profesional de Home Staging para conseguir vender tu casa antes y por mejor precio.

Piensa bien antes de lanzar tu piso en un portal inmobiliario y revisa si tu casa sufre alguno de estos signos de antigüedad. Mejorar la presencia de tu piso en venta fácilmente, puede ser la diferencia entre venderlo o no venderlo.

Artículo escrito por Caroline jurgens, socio fundadora de Lúmina home staging

Fuente: Idealista.com

viernes, 10 de marzo de 2017

Venezuela: Precios para la venta de inmuebles se disparan hasta 6.000%

AVN/Archivo

AVN/Archivo

  Inalcanzables. Así están los precios de las viviendas del mercado “secundario” en el primer trimestre de 2017. El valor de los inmuebles (casas, apartamentos y “townhouse”) oscila entre los 40 millones (si se consiguen) y hasta la astronómica cifra de los 4,5 millardos de bolívares, los números también reflejan que en los dos últimos años el incremento es de 1.500% y hasta más del 6.000%, reseña el diario Panorama.
Y es que la alta inflación del país —proyectada este año por encima del 1.000%, por firmas especializadas—, las distorsiones que genera el precio del dólar paralelo, la difícil situación económica del país y la poca oferta de inmuebles son buena parte de las variables que, según los expertos del sector inmobiliario, fijan el valor de las residencias en el país.
En 2015, el precio de las edificaciones zulianas oscilaban entre los 700.000 bolívares y hasta un máximo de 8 millones de bolívares. Hoy, son ofrecidos entre 10 y 50 veces más de lo que costaban hace dos años, dependiendo de las dimensiones de la vivienda, así como por la ubicación y el “prestigio” de la zona.
Del lado de los compradores la situación cada vez es más “cuesta arriba”. En enero pasado, el presidente Nicolás Maduro autorizó nuevos financiamientos para adquisición de viviendas. Los créditos pasaron de Bs. 3 millones a Bs. 20 millones por trabajador, mientras que el monto para autoconstrucción subió de Bs. 1 millón a 15 millones de bolívares.
“Con 20 millones (de bolívares) no se consigue nada, ni un rancho. En 2015 perdí la oportunidad de comprar una casa en 3 millones de bolívares, hoy está entre 60 y 80 millones. Ni trabajando 10 años me da para comprarla de contado (…) mi sueño para comprar es prácticamente imposible”, aseguró, a este rotativo, Rosa Virginia Ochoa, de 37 años y madre de dos niños.
Las cifras del Ejecutivo se quedan cortas al momento de comprar una residencia en óptimas condiciones, pues un trabajador para comprar una residencia “de contado” y que salga en Bs. 50 millones requerirá por lo menos 1.200 salarios mínimos para cumplir su sueño.
Desde el sector inmobiliario, los operadores privados informaron que el sector está en “estado crítico” por la baja oferta de inmuebles y la caída del poder adquisitivo de los venezolanos.
Ana Rosa Martínez, agente especializada en compra y venta de casas ya habitadas, afirmó que en lo que va de 2017 el mercado “está frío y sin signos de mejorar en los próximos meses. Nadie quiere vender su residencia en bolívares, sino en dólares (algo que está prohibido). Muchos tampoco quieren respetar las reglas del mercado, al contrario, quieren fijar el precio que mejor les parezca porque se van del país y eso afecta el negocio”.
Confirmó que los precios “no han subido considerablemente en el último trimestre, más bien se han mantenido, pero no hay casi compradores. Hemos tenido casos de personas que ofrecen su residencia entre 120 millones y 150 millones (de bolívares) y las terminan cediendo entre 80 y 90 millones, porque no les queda más opción y quieren vender rápido”.
“Podemos pasar hasta cuatro meses sin concretar una venta. A los clientes les decimos que en estos momentos hay que ser flexible con los montos porque no cualquier tiene el dinero de contado. Por lo general, el precio final viene bajando un 20%, pero aún así para muchos los inmuebles son muy costosos. Incluso, ya casi nadie da la opción de esperar por un crédito del Gobierno porque la aprobación lleva meses y el bien se devalúa rápido”, dijo Martínez.
Igualmente, Gerardo Infante, especialista en el negocio de venta de viviendas, indicó que el sector de alquileres está “prácticamente paralizado”. “Ningún propietario quiere arrendar o rentar su residencia por todas las leyes existentes que favorecen a los inquilinos. La oferta es casi nula y eso se ve claramente en los pocos anuncios clasificados que se observan en los diarios. Este mercado está desapareciendo y las personas que viven ‘arrimadas’ o que desean conformar una familias se quedan con menos opciones”, destacó.
A finales del año pasado, la Cámara Inmobiliaria de Venezuela (CIV) informó que el sector registró una caída de 85% en las transacciones de compra-venta por la “crisis política y económica” del país. Datos del ente también revelan que ya se suman 25 trimestres consecutivo (seis años) por la baja oferta de inmuebles nuevos construidos por el sector privado y la lenta ejecución de desarrollos habitaciones por parte del Gobierno nacional.
Fuente: Diario Panorama

martes, 7 de marzo de 2017

El acertijo de poder alquilar


    En el mercado de los corredores de inmuebles residenciales no hay ni una oferta de vivienda, refiere la cámara del sector. El motivo: una legislación que desfavorece al propietario. Del otro lado de la historia, al inquilino lo desbordan las cada vez más altas mensualidades: en San Cristóbal piden por un apartamento hasta 20 salarios mínimos al mes. Los requisitos suelen ser desproporcionados y los adelantos descapitalizan al inquilino

“Cuando uno paga canon de arrendamiento en moneda extranjera significa una pérdida, pues ese dinero no se registra como un gasto”
Comerciante de San Antonio

“He tenido que pedir prestado para completar el monto del alquiler”
Darkys Rincón

Con 18 años viviendo en calidad de inquilina, Eliana Pérez se ha vuelto propietaria de unas historias de búsqueda angustiosas e interminables. La más reciente empezó -recuerda de memoria- el 7 de julio de 2014. Desde entonces y hasta ahora, asegura que “todos los días del mundo” no ha dejado de preguntar por un nuevo techo. El que ahora la cubre, desde donde dibuja la crisis inmobiliaria nacional, lo debe desalojar cuanto antes luego de 11 años de estadía. Se lo pidieron por obras, debido a una filtración de agua que se derrama hacia las casas vecinas.
Aunque allí, en pleno Barrio Obrero, paga 100.000 bolívares mensuales por ese apartamento tipo estudio, Eliana sabe que este es un precio viejo, literalmente del año pasado. Los cánones de arrendamiento residencial en el Táchira se han disparado a partir de enero desde 50 %, el que menos, y hasta 300 % los que más, según se constató para este trabajo. La inflación ayuda a convertir en acertijo la tarea de alquilar.
Modista de oficio, Eliana ha sacado cuentas y con sacrificios está dispuesta a desembolsar hasta 150.000 bolívares mensuales, siempre que el inmueble esté en el perímetro de San Cristóbal. Pero se ha encontrado con sorpresas: no solo que le hayan pedido 220.000 bolívares cerca del centro, sino que recién le solicitaron, en un caso, 800.000 pesos, más de un salario mínimo colombiano; y en otro, 760 dólares por un apartamento (ni siquiera por una casa, acota ella) en urbanizaciones del este de la ciudad.
“La gente cada vez más teme alquilar. Pero ahora los que alquilan lo hacen a unos precios tan altos que algunas veces me los dicen en dólares o en pesos. Es que ni juntando todo un año de trabajo ganaría como para alcanzar esos montos. Están pidiendo como si uno fuera el dueño de Empresas Polar”, protesta Eliana. Estrés, preocupación, angustia: las consecuencias.
El cobro y el pago de arrendamientos en moneda extranjera están prohibidos e incluso son sancionados por la legislación venezolana. Lo que ocurre, argumenta Eliana, es que existe un desfase muy grande entre la realidad económica y los parámetros que maneja el Gobierno.
José Rozo, estudioso de la materia económica fronteriza y expresidente de Fedecámaras en el Táchira, razona que estos altos precios de los alquileres son apenas los efectos del problema. “La causa es una economía destruida, sin patrones económicos a seguir. Y este modelo político irremediablemente afecta los servicios”, observa, al acotar que la vecindad fronteriza del Táchira también estimula el cobro en otra moneda, considerada “fuerte”.
Para dejar caer el teléfono
Un paseo por las ofertas inmobiliarias de esta semana en el área metropolitana de San Cristóbal permite concluir que, para pagar un alquiler residencial, se necesitan entre dos y 20 salarios mínimos. En Palo Gordo, por un apartamento pequeño piden 80.000 bolívares. En Los Kioscos, 100.000 por un anexo de dos habitaciones. En La Machirí, 170.000 en un conjunto privado. En Santa Cecilia, alquilar un inmueble implica desembolsar 280.000 bolívares al mes. Y en Las Acacias solicitan 800.000 bolívares por un apartamento.
Pero el acertijo de poder alquilar no implica solamente tener muchos ceros en la cuenta. Otras condiciones aplican. Los arrendadores piden hasta seis meses, o en el peor de los casos un año completo, por adelantado. “Los meses de depósito están siendo exagerados, descapitalizan sin duda al arrendatario”, considera Eliana. A veces hay que sumar a lo anterior por lo menos un mes de comisión administrativa.
Resolver el acertijo tampoco se trata únicamente de disponer en la cuenta de miles de bolívares para cancelar, de un solo tajo, los primeros seis meses de un alquiler, como por ejemplo pedían esta semana por un apartamento en la avenida 19 de Abril. El reto también incluye tramitar referencias bancarias, comerciales y personales, por lo menos los tres últimos movimientos bancarios; y para hombres solteros, hasta los antecedentes penales. “Te piden prácticamente la misma documentación que para un crédito en el banco”, compara Eliana, a quien le han enumerado muchos de estos papeles.
Tal vez el aspecto más delicado del acertijo de poder alquilar sea el de los menores de edad. Eliana, madre de dos niños de 10 y 13 años, guarda experiencias al respecto: “Una vez estaba preguntando con mis hijos y la señora, desde la puerta, me gritó: ‘¿Esos muchachos son suyos?’. Apenas le dije que sí, me respondió: ‘Entonces no se alquila’, y cerró la puerta”.
Siempre han existido los inquilinos que dejan los inmuebles muy deteriorados. Solo que, con esta crisis económica, a los propietarios les está resultando cada vez más difícil restaurarlos para volverlos a ofrecer. “Algunos lo hacen poco a poco y entonces temen que se los vuelvan a deteriorar”, ha observado Eliana, en sus búsquedas incesantes.
Residencial, mercado paralizado
Desde que entró en vigencia la Ley de Arrendamientos, el trabajo se ha vuelto prácticamente imposible para los corredores de inmuebles de uso residencial. “Desde hace más de dos años no hay oferta de parte de los propietarios y no tenemos absolutamente ningún inmueble de vivienda para ser destinado a alquiler”, actualiza Elizabeth Morini, presidenta de la Cámara Inmobiliaria del Táchira.
La legislación establece que la persona debe ir a Sunavi a registrar su inmueble, armar el expediente y pedir un avalúo con base en un “precio justo” o, en la práctica, con valoraciones muy por debajo de las del mercado real y de lo que pueda cubrir la inflación. Una vez el contrato es aprobado por Sunavi, se puede ir a la notaría. Y hay más: según la ley, es potestad unilateral del inquilino renovar el contrato anual o entregarle el inmueble al propietario.
Estas condiciones desventajosas han hecho que la mayoría de acuerdos de arrendamiento residencial se hagan con abogados de forma privada.
En el caso de la Ley de Regulación de Arrendamientos Inmobiliarios para Uso Comercial aplican otros criterios más claros: establece, por ejemplo, valores de reposición para poder ajustar el canon de forma anual, diferencia Morini. Por eso y otras garantías, este mercado sí está activo entre los corredores inmobiliarios de la entidad que trabajan ajustados a derecho.
La titular de la Cámara Inmobiliaria invita a la población a asesorarse con personas calificadas y a formalizar las denuncias en vista de que, en el Táchira, se han conocido casos de estafadores: personas que piden pagos por adelantado a varios interesados en un inmueble y que después incumplen.
Lo peor es que hay inmuebles que, por tanta inseguridad jurídica, incluso están desocupados. Nadie quiere correr riesgos. Algunos casos en tribunales del Táchira llevan hasta ocho años esperando una decisión de un desalojo, aún cumpliendo con todos los requisitos, o aún teniendo el inquilino otras propiedades, trascendió.
Como si el suelo fuese el vecino
El desplome del bolívar frente al peso ha traído consecuencias negativas para Carlos (nombre ficticio a petición de la fuente). Este comerciante de San Antonio llegó a pagar a finales del año pasado 1.800 dólares de mensualidad por un local en el centro. Sin contratos ni recibos, se lo alquiló otro venezolano como él. Si se escribe el verbo en pretérito es porque acaba de cerrar el comercio. La estructura financiera no aguantó más. “Cuando uno paga canon de arrendamiento en moneda extranjera no se puede reflejar por ningún lado. Significa una pérdida, pues ese dinero simplemente se paga y no se registra como un gasto”, expone.
En el casco central de San Antonio, aproximadamente 50 % de los propietarios de locales comerciales ya cobran en pesos (sobre todo) o dólares los meses de arrendamiento; una práctica que empezó a hacerse más frecuente el año pasado. El cálculo cualitativo lo hace Isabel Castillo, presidenta de la Cámara de Comercio de esa población fronteriza, que -por la crisis- ya cuenta menos de 5.000 patentes activas.
En un sondeo trascendió que el canon mínimo ronda los 250.000 pesos; poco más del 30 % de un salario mínimo en el vecino país, un monto relativamente económico para un colombiano pero que, cambiado a bolívares, impacta en mayor medida sobre la estructura de los comerciantes locales.
En enero pasado estas tarifas sufrieron incrementos de entre 100 y hasta 150 %. Por esta alza, o porque se mudaron del pueblo, cerca de 20 % de los locatarios del centro de San Antonio se fue, cerró los locales, lamenta Castillo. Pertenecían a varios sectores, sobre todo a marroquinería, bolsos y calzados. “Ahora sí hay espacios disponibles, pero cuando te dicen el precio sales corriendo. Es demasiado”, comenta la vocera gremial.
Comerciantes de la frontera indican que, además del canon, piden hasta tres meses de depósitos más uno por adelantado. Y, si está localizado en el centro, recargan una “prima de ubicación”. “Si el arrendador es colombiano, se busca un venezolano que figure en el contrato. Para ser notariado, el monto figura en bolívares; pero igual ellos piden hacer otro documento privado donde se establezca el compromiso en pesos o dólares”, contó, bajo reserva de su identidad, una fuente conocedora de estos asuntos.
En San Cristóbal, aunque la inmensa mayoría de inquilinos reporta pagos en bolívares por sus locales comerciales, los altos montos comprometen el futuro de esas actividades. Desde enero, a Darkys Rincón le aumentaron la tarifa a 150.000 bolívares por un espacio pequeño donde tiene un bodegón en la avenida 19 de Abril.
“Sumándole 23.000 bolívares de condominio, he tenido que pedir prestado para completar el monto, porque ha habido meses muy malos”, confiesa la comerciante. “Por más que quisiera no puedo abandonar el emprendimiento ni cerrar, porque además tengo pendiente el crédito bancario con el cual pude comenzar”. Mientras conversa sobre esto, ningún vecino compra…

Daniel Pabón

Venezuela: “Rematan” casas por apuro de vender


Comprar un apartamento o una casa en una crisis económica como la que atraviesa Venezuela se ha vuelto una tarea más complicada de lo que se piensa.
El mercado inmobiliario ha venido cayendo aceleradamente desde el año pasado, con más énfasis en los últimos seis meses.
La inflación, que se ubicó según cifras extraoficiales en más de 500%, ha obligado a los ofertantes a bajar los precios de los inmuebles en la venta.
El presidente de la Cámara Inmobiliaria Metropolitana, Roberto Orta, afirmó que se han bajado los precios entre 20% y 30%. En cuanto a casas se refiere, el porcentaje baja aún más, aproximadamente 50% del valor inicial.
“Los propietarios se vuelven flexibles para poder vender sus propiedades. Se ven forzados a bajar el precio”, señaló Orta.
Agregó que no existe demanda actualmente en el mercado de las casas porque el costo es mucho mayor y, debido a la inseguridad que se vive en el país, las personas prefieren apartamentos.
Según sitios web especializados en venta de inmuebles, una casa podría costar más de Bs. 700 millones.
Otra problemática que se presenta es la moneda en la que se realizan las transacciones. Debido a la inflación y devaluación del bolívar, las personas no quieren recibir esa moneda.
Sin embargo, la operación en dólares, la más común a utilizar, no está permitida en el país.
La asesora inmobiliaria, Rosa Magaly Valera, explicó que esa es una de las causas por las que el mercado va “palo abajo”. “Nadie quiere bolívares y por eso se estanca. Pero hay quienes están apurados y deben vender como sea”, aseguró.