Fuente: www.idealista.com
Michael Green, un arquitecto de Canadá, quiere que revivas esos sueños infantiles y los adaptes a la gran ciudad, en la que los altos edificios dominan el 'skyline'. Green defiende que los rascacielos del futuro no van a ser ni acuáticos, ni subterráneos ni de hormigón: la madera será el principal material con el que se levantarán decenas de construcciones en los próximos años. Una de las razones que esgrime este arquitecto para defender que los rascacielos sean de madera es la misma que te llevaba a desear una casa en las ramas: todos sentimos cierta empatía por el nogal, la haya o el cerezo. "Nunca he visto a nadie entrar en uno de mis edificios y abrazar una columna de acero o de hormigón, pero sí les he visto hacerlo con edificios de madera", explicó Green en una conferencia TED. "Las huellas de la madre naturaleza conectan nuestros edificios con la naturaleza en el entorno construido". Forgemind Archimedia Este arquitecto piensa que el acero y el hormigón son materiales que demandan mucha energía y que emiten gases de efecto invernadero durante su producción, por lo que cree que el futuro está en la vuelta a los orígenes con la madera. Green lleva tiempo contribuyendo a ello: ha fundado el Centro de Innovación y Diseño en Madera de la Universidad de North British Columbia, una construcción de madera de 29,25 metros y ocho pisos de altura, considerada como la más alta de este material de Norteamérica. Este centro sirve como punto de encuentro para investigadores, académicos, profesionales del diseño y otros interesados en la generación de ideas para los usos innovadores de la madera. La moda de utilizar madera como material de construcción también ha llegado a España. En Barcelona ya está en marcha la edificación de un inmueble con estructura de madera de cinco plantas, que será el más alto de este tipo en la Ciudad Condal y que conllevará un considerable ahorro energético tanto para calentarlo en invierno como para su refrigeración.
No es la primera casa de este tipo en Barcelona, y algunos constructores españoles ya defienden que los edificios de madera son "construcciones éticas" de bajo consumo energético.
Eso sí, nuestros edificios son considerablemente más bajos que la Torre Stadthaus de Londres, que con sus 9 pisos y 30 metros de altura y una de las construcciones de madera más altas del mundo. Su estructura está diseñada para evitar la humedad con sus paneles laminados que proporcionan fuerza y estabilidad, según explica el arquitecto Peter Wilson, director de desarrollo de negocio en el Centro de Ingeniería de Madera de la Universidad Napier de Edimburgo y artífice de varios edificios de madera en Escocia.
En Viena también se están planteando cómo los árboles pueden tener una segunda vida en los rascacielos. El estudio de arquitectos Rüdiger Lainer + Partner Architects va a levantar un edificio de 25 plantas en el que la madera supondrá el 76% de la construcción, y que además incluirá paneles solares. En 2018, cuando concluyan las obras, emitirá 2.800 toneladas de CO2 menos que una estructura de hormigón, según sus creadores.
"Junto con la preocupación internacional por la aceleración del cambio climático y la escala destructiva, además de la naturaleza de los procesos de extracción involucrados en las materias primas requeridas por las tecnologías de construcción convencionales, se exige un cambio de paradigma en la forma que concebimos y construimos nuevos entornos urbanos", ha defendido Peter Wilson.
Este arquitecto cree que la madera puede ser la respuesta a los problemas medioambientales de la construcción y a las dificultades que acarreará la masificación de las ciudades cuando el 80% de los 8.000 millones de personas que habitemos en el planeta en 2050 vivamos en ellas.
Michael Green y Peter Wilson son solo algunos de los arquitectos que defienden que la madera puede ser protagonista de la construcción en los próximos años, aunque todavía habrá que esperar para comprobar si las estructuras más altas del planeta sustituyen el aburrido gris por unas tonalidades que nos hagan creer que estamos en un bosque en lugar de una gran urbe.
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