28 de Abril del 2016 | Editorial Metroscubicos
El divorcio es uno de los duelos más complejos que puede enfrentar una familia. Y los bienes inmuebles son, en ocasiones, una razón que complica más el desprendimiento entre dos personas. Decidir quién se queda con la casa no implica sólo un complejo proceso emocional, también puede agujerar cualquier patrimonio.
Mi casa ya no es tu casa
“La casa simboliza muchas cosas, es donde echas raíces y además te da identidad”, dice la psicóloga Valeria Villa.
El divorcio implica un cambio de estilo de vida. Y todo empieza con la casa. En muchas ocasiones, si la pareja tiene hijos, se busca que quien tenga la custodia siga viviendo en la casa familiar para no alterar el espacio de los menores, explica Villa.
Sin embargo, esta no siempre es la decisión más acertada desde el punto de vista financiero.
La pareja debe mediar y hacer un presupuesto para ver si mantener la casa es algo que se podrá, sobre todo porque deberán mantener dos inmuebles, uno para cada miembro.
“Al calor del momento, toda decisión financiera es mala”, dice Adina Chelminsky, economista experta en finanzas personales y autora del libro “Cabrona al borde de un ataque de nervios”.
Por eso, además de hacer cuentas, la recomendación es tener claridad del valor del inmueble; del monto que se debe por él -si hay deudas pendientes- incluyendo servicios como agua o electricidad; y saber el costo exacto del mantenimiento mensual.
Ya que tengan esto claro, podrán tomar una decisión más inteligente.
Tres opciones en el divorcio para los bienes inmuebles
- Una de las partes compra/vende al otro su parte de la casa si está a nombre de ambos.
- La pareja decide mantener una sociedad por la casa, para que los hijos puedan tener ese patrimonio.
- Se vende el bien y se divide el dinero.
En general, la mayoría de las parejas optan por vender y quedarse con su 50% del valor del inmueble. Claro que esto depende de cada caso, pues se debe tomar en cuenta el régimen bajo el que están casados, si hay un contrato prenupcial o lo que dicte el juez en cuanto a custodia de los hijos o sentencia de divorcio.
¿Conviene conservar los ladrillos?
Cada situación es particular y debe encontrar una solución eficiente para sus necesidades. Por un lado, hay que analizar si el flujo permite seguir pagando el inmueble y el resto de los gastos implícitos en el divorcio. Por el otro, vender anticipadamente la casa puede ser sinónimo de malbaratar.
Por todo esto es que, para la mayoría de las personas, el divorcio es la transacción financiera más importante que tienen que enfrentar en su vida.
Ventajas de quedarse con la casa
• Se mantiene el espacio en el que creció y se desarrolló la familia.
• Sólo un miembro de la pareja debe buscar un nuevo espacio para vivir.
• Mantienen los gastos de manutención como se conocían.
• No se arriesgan a perder el patrimonio por malbaratar el inmueble.
Desventajas de quedarse con la casa
• Uno de los dos miembros de la pareja se queda en un espacio lleno de recuerdos.
• Los gastos de manutención, para quien los deba pagar, pueden ser desgarradores.
• Si no se puede mantener con holgura la casa, se corre el riesgo de que ésta pierda su valor o plusvalía.
¿Y si tenemos una hipoteca?
Primero decidir quién se queda con la casa y después quién seguirá pagándola, esto también puede traducirse en meses de discusiones con mediadores o abogados.
Las opciones
• Si la hipoteca es conjunta y ambas partes están pagando, entonces se puede seguir con este esquema hasta el término del crédito. Lo que hay que establecer desde el momento del divorcio, es a nombre de quién se quedará el bien y si una de las dos partes comprará a la otra.
• Deben considerar si podrán seguir pagando la mensualidad más lo que uno de los dos deba cubrir por rentar un lugar donde vivirá. Una hipoteca que no se pueda pagar puede ser igual de complicado que una enfermedad cuando no se tiene un seguro médico, acaba con patrimonios.
• Si la hipoteca está a nombre de uno de los dos, legalmente la responsabilidad del crédito recae sobre esta persona y el bien inmueble estará a su nombre. Aún así, se puede decidir quién va a vivir el bien.
• Se debe considerar -más allá del aspecto financiero- si uno de los dos “de verdad quiere la casa”, dice Villa, porque no es responsable que por el enojo de la separación se aferren al inmueble, o –como sucede en muchos casos, decidan “cederlo por no tener mayor problemas con la pareja, lo que a la larga puede resultar en problemas financieros y emocionales”, añade la psicóloga.
• En ambos casos se puede optar por vender la casa. Lo que es importante es no malbaratar. Para esto hay que tener tiempo y no querer apresurarse a resolver el divorcio y dividir los bienes en sólo unos meses. Esta opción puede funcionar mejor para parejas que no tienen hijos y que no tengan la preocupación de afectarlos más con un cambio de residencia, dice la experta.
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