Sede de la Cantv en las inmediaciones de la Av. Bolívar
Torre El Universal destaca en el centro de la ciudad por su esbeltez y sobriedad.
Pocos bienes dibujan tan sobriamente la fisonomía de una ciudad como sus edificios, que resumen un modo de interacción con el espacio, una forma de vivir la urbe o de involucrarse con su esencia. Solo en el Área Metropolitana de Caracas existen más de 1.200 estructuras declaradas bienes patrimoniales, muchas de las cuales deslumbran por su majestuosidad arquitectónica o por su vigencia en diseño urbano.
Una edificación que enmarca institucionalidad y una presencia indudable, es la sede del Banco Central de Venezuela en la avenida Urdaneta, diseñada por el arquitecto Tomás Sanabria e inaugurada en 1973 con un total de 26 pisos y un aproximado de 27.000 metros cuadrados de construcción. Un edificio esbelto y moderno que se conjuga sutilmente con la cercana Iglesia Altagracia.
Al BCV también se le suman otras joyas arquitectónicas como la sede del diario El Universal, también en la Urdaneta; la torre Seguros Orinoco, en la Av. Fuerzas Armadas y otra edificación más reciente, pero no menos importante como lo es el Centro Nacional de Acción Social para la Música (2011), sede de la Fundación Musical Simón Bolívar, en Quebrada Honda. Todas, obras con premios nacionales de arquitectura.
El decano de la Faculta de Arquitectura de la UCV, Gustavo Izaguirre, sostiene que son estructuras significativas que abordan el tema urbano en una ciudad con una distribución parcelaria compleja.
El diseñador urbano, Enrique Larrañaga, señala que estas edificaciones destacan por el excelente provecho de los espacios. En el caso del rotativo, pondera la forma en la cual los arquitectos Francisco Pimentel, Bernardo Borges y George W. Wilkie manejaron el concreto, hasta darle un aspecto casi frágil a la fachada. "Lo sorprendente de El Universal es su relación con la calle, con ese hall de acceso, que hace que estés en la calle y en el edificio al mismo tiempo", expone el profesor.
La sobriedad y la inobjetable solidez de la estructura condujeron al jurado de la IV Bienal de Arquitectura, realizada en 1971, a distinguir a la torre con el Premio Nacional de Arquitectura. Para ese entonces el panel estuvo integrado por los arquitectos Carlos Raúl Villanueva, Leopoldo Martínez, Guido Bermúdez, Tony Manrique y Oscar Tenreiro, todos deslumbrados por el diseño ejecutado por la empresa Aldray, Simon & Cía y culminado en 1969.
Con 16.800 metros cuadrados, distribuidos en 15 pisos, El Universal fue concebido como un núcleo para albergar la dirección administrativa del diario, los talleres y la redacción. El ornato interior estuvo a cargo del artista Carlos González Bogen, quien plasmó un mural tipográfico con una superficie de 420 metros cuadrados, distribuidos en cuatro plantas del inmueble: PB, Patio Negro, U2 y Terraza.
La obra, en cemento vaciado, remite a hechos y personajes históricos, exalta los derechos del hombre, cuestiona las corrientes políticas y los conflictos bélicos.
En torno a la Torre Seguros Orinoco, construida por José Miguel Galia entre 1968 y 1972, el arquitecto Larrañaga asegura que a diferencia de El Universal, Galia fractura el edificio. "Es como si fuera una conexión de cajas, que desde afuera da la sensación de ser una estructura maciza, pero cuando entras, esas oficinas abren a unas áreas verdes", apunta.
Hannia Gómez, presidenta de la Fundación para la Memoría Urbana, dice que El Universal es el primer monolito "con aspiración a minirascacielo" de la segunda mitad del siglo xx.
A pesar de estar inmersas en otra época, Marianella Genatios, presidenta del Colegio de Arquitectos, refiere como memoria histórica las torres de El Silencio, cuya estructura enmarca el Centro Simón Bolívar, del arquitecto Cipriano Domínguez, y representa la conclusión de un proyecto residencial ideado por Villanueva para El Silencio, que se levantó entre 1942 y 1945. Ambas torres de 32 pisos fueron inauguradas en 1954 y son ejemplo de arquitectura urbana funcional, por sus pasajes subterráneos, locales comerciales y plazas cubiertas.
Después de 14 años sin realizarse, el año pasado fue retomada la Bienal de Arquitectura del Colegio de Arquitectos. En 2014 la distinción fue para el Centro de Acción Social para la Música, proyectado por Tomás Lugo, autor del Teresa Carreño. Se trata de una propuesta artística de avanzada, con una sala de concierto que reproduce en sus 918 butacas el cinetismo de Cruz Diez, al igual que en el hall de acceso, que exhibe además una obra de Jesús Soto.
Fuente: El Universal |
miércoles, 16 de septiembre de 2015
Venezuela: Obras que trazan una identidad
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