15 de Abril del 2015 | Notimex
Transformada en hotel desde hace más de 50 años, la casa en la que habitó el actor y cantante Pedro Infante en Mérida es punto de referencia obligada en la memoria colectiva de los meridanos.
De ellas se derivan las anécdotas y mitos atribuidos al "Ídolo de México" por la buena vecindad que siempre practicó.
Ubicada en la avenida Itzáes, entrada a la capital yucateca y a unos cuantos minutos del aeropuerto internacional de Mérida, el Boulevard 'Pedro Infante', nombre actual del hotel, es sinónimo de historias relacionadas con un Pedro peluquero, beisbolista, caritativo, pero también rodeado siempre de mujeres hermosas que lo visitaban.
Un pequeño anuncio en la fachada, da cuenta del nombre del centro de hospedaje "Pedro Infante", pintado en azul y shedrón, lo que lo hace más visible, así como su arquitectura similar a la que empleaban estos sitios en la década de los 80.
La pared que da frente a la recepción, guarda con celoso mutismo los secretos y amores de Pedro Infante, como de quienes se han hospedado en ellas, en un espacio de 100 metros cuadrados, destacándose un ventanal que aún conserva su originalidad y desde el cual el hijo de Guamúchil, platicaba largas horas con sus vecinos.
Un amplio estacionamiento rodeado de innumerables habitaciones, sepultó las hondas raíces de decenas de árboles frutales que habían en la casa de Infante, notoria en la zona de antaño por su extensión –media manzana- y porque desde ahí "Pepe el Toro" vocalizaba para sus "Chorreadas".
Un pequeño pasillo conduce a un segundo conjunto de habitaciones, en tanto un letrero con un collage de fotografías que sirvieron para entronizar al actor a la inmortalidad, dan cuenta de un edificio "modernista" de la década de los 50, donde Pedro hacia ejercicio y vocalizaba, pero que hoy sirve de “galería”.
Un televisor, un sillón y un pedazo del avión en el que perdió la vida, son los únicos objeto originales que se encuentran en esta galería, en cuyo interior se pueden apreciar carteleras, fotografías, portadas de discos.
Sobre la galería se puede apreciar un segundo piso –construido por los propietarios del hotel- y desde donde se admira mejor la piscina que solía utilizar el hijo adoptivo de Mérida, y cuyos únicos cambios en ella han sido sus pisos.
Unas escaleras escondidas frente al estudio de Pedro llevan a uno de los sitios más místicos de su casa, el sótano, donde el Ídolo de México guardaba su auto Mercedes Benz y su moto Harley Davidson –esta última desapareció el mismo día que su famoso conductor.
Este sitio, cuya entrada estaba sobre la calle 73, permitió a Pedro Infante llegar a su casa en forma directa del aeropuerto sin ser visto, mientras que algunas de sus amigas o conquistas salían por la puerta principal.
Fue en este sitio donde velaron a Pedrito la tarde-noche del 15 de abril de 1957, ya que al día siguiente, muy de mañana su cuerpo fue enviado a la capital del país.
Para la promotora cultural, y encargada de rescatar el sitio, Bekina Fernand fue la buena vecindad de Pedro Infante, la que hizo de este sitio uno de los más emblemáticos de la capital yucateca, pese a que entonces su acceso era difícil por carecer de servicios básicos, más que una calle petrolizada que lo llevaba a los hangares de TAMSA.
En su diseño original, existía un pequeño camino curvo que daba al acceso a las habitaciones principales, el cual, cuando se encontraba Pedro, siempre estaba abierto, por ello muchas personas se acercaban a platicar con él, algo que le gustaba mucho.
Desde el ventanal, Pedro platicaba con sus amigos de la zona o salía a sentarse bajo éste; era común que muchas personas le vinieran a pedir para la medicina, a los muchachos los apoyaba a veces con su sola presencia en algún baile que organizaba para recaudar fondos para alguna causa.
“Frente a la casa de Pedro Infante se encontraba el rastro municipal y un parque de beisbol donde jugaban los trabajadores, por lo que cruzaba lo que es hoy la avenida Itzáes y jugaba con ellos por largo tiempo”, comentò.
En esta casa, explicó, sabemos que la única de las mujeres de Pedro Infante que vivió en ella fue Irma Dorantes; sin embargo, con frecuencia recibía a mujeres muy hermosas, según los propios vecinos se veía a Silvia Pinal, a Lilia Prado, pero también a sus grandes amigos como Ismael Rodríguez.
Pedro Infante pasaba largas temporadas en esta casa, la cual siempre tenía una intensa actividad. A su interior se podía escucharle ensayando en el estudio-gimnasio; también hacía mucho ejercicio, pero este era más de esfuerzo que con aparatos, por ello gustaba de nadar mucho, por ello el tamaño de la piscina.
Con frecuencia Pedro abría las puertas de su casa para que los niños disfrutaran la piscina, pues imaginémonos en esa época un espacio como este (con el calor de Mérida); también solía sacar el mismo la manguera para compartir el agua, pues esta zona carecía de servicios básicos.
Tampoco era muy difícil saber cuándo Pedro Infante llegaba o salía de su casa rumbo a los hangares, pues siempre utilizaba su Harley Davidson; salía del sótano de la calles 73 y daba la vuelta entre piedras, hasta llegar a la calle petrolizada.
Poco tiempo después de su muerte, la casa fue vendida a un empresario que la convirtió en hotel, sin embargo éste se la heredó a su hijo que prosiguió con el proceso de saqueo que había iniciado "gente cercana", representante y promotores de Pedro Infante.
Durante unos 50 años la casa se fue deteriorando. El sitio donde fue velado –el sótano- fue primero un cineclub y posteriormente convertido en un bar. Durante muchos decenios fue conocido como un hotel de paso, en el que Alfonso García hijo hacía fiestas privadas.
Desde hace un par de años, el hotel pertenece a dos familias que se han propuesto recuperar el sitio -por lo pronto ha dejado de ser un lastre para la zona- y la idea es que sea un sitio de referencia cultural durante todo el año y en especial se recuerde al “Ídolo de México”.
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