lunes, 17 de noviembre de 2014

China: "La era dorada del sector inmobiliario en China ha acabado"

Cao Yuanzheng, economista jefe del Banco de China.
 Salvo que la tendencia a la baja revierta en la recta final de 2014, China no será capaz de cumplir con el objetivo de crecimiento económico establecido por el Gobierno a principios de año. De hecho, entre enero y septiembre, el producto interior bruto (PIB) de la segunda potencia mundial se expandió un 7,4%, una décima por debajo de lo que proyectó Pekín. No obstante, a pesar de que esta coyuntura ha sido interpretada por numerosos economistas como una de las principales amenazas para la economía mundial, no parece que cunda el pánico en el Partido Comunista Chino (PCCh). “Existen riesgos, pero no resultan aterradores”, aseguró el presidente, Xi Jinping, al inicio de la reciente cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico.

Al fin y al cabo, Xi sostiene que un crecimiento moderado es una de las características principales de la ‘nueva normalidad’ de la economía, cuyo motor ahora es la innovación. Ya lo avanzó el anterior primer ministro, Wen Jiabao: el objetivo es “crecer menos, pero crecer mejor”. Y Cao Yuanzheng (1954), economista jefe del Bank of China, uno de las cuatro grandes entidades financieras estatales, es de la misma opinión. “No existe riesgo de un aterrizaje brusco, pero sí habrá correcciones”.

Pregunta. ¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta la economía china?

Respuesta. Creo que son tres. Primero, en lo macroeconómico, está la transformación del sistema productivo en sí, que tiene que pasar de estar orientado a las exportaciones hacia el consumo interno. Todas las industrias deben seguir este camino, y eso puede suponer un ajuste doloroso en algunos casos. Por otro lado, el motor de nuestro modelo también debe cambiar. El combustible ya no puede ser la inversión, que se ha visto afectada por la crisis, sino el consumo. Por último, es necesario que cambie la función de los gobiernos, sobre todo de los locales. Tienen que pasar de ser gobiernos que construyen a gobiernos que dan servicios.

P. Hasta hace poco se consideraba que un crecimiento del 8% era el mínimo para evitar el malestar social en China. ¿Dónde está la línea roja ahora?

R. Para determinar esa línea roja y, a su vez, decidir si hay peligro de un aterrizaje brusco de la economía, tenemos que tener dos cosas en cuenta: la creación de empleo y la sostenibilidad de la deuda. En el caso de la primera variable vemos cómo China ha mejorado su eficacia. Antes, por cada punto de incremento del PIB se creaban 1,2 millones de empleos, pero ahora son 1,9 millones. Eso se debe a un cambio en la estructura económica, en la que el sector servicios tiene cada vez más peso. Es una coyuntura que permite crear los 10 millones de puestos de trabajo que se ha propuesto el Gobierno para evitar inestabilidad social con un menor crecimiento. Por eso, considero que el límite está ahora en el 6%. Estamos por encima del 7%, así que todavía hay margen y podemos descartar el aterrizaje brusco que vaticinan algunos.

P. ¿Y la deuda?

R. Puede llegar a ser un problema. Durante la crisis los gobiernos locales y regionales han invertido grandes sumas en infraestructuras para estimular la economía. Es un dinero que han pedido prestado al mercado. Si la inversión se detiene, esa deuda madura y cabe la posibilidad de que no haya capital para pagarla. Por eso es necesaria una tasa de crecimiento que les permita tener las cuentas saneadas. Un 7% es suficiente.

P. ¿También preocupa el sector inmobiliario?

R. Está claro que su era dorada ha acabado. Y la razón principal está en el cambio de la demografía. Desde hace dos años el número de nuevos matrimonios cae a un ritmo anual de más de un millón. Y esa es la principal demanda del sector. Así, es lógico que la especulación resulte menos atractiva, caiga la inversión, y, con ella, un precio que ya es elevado si se tiene en cuenta la renta per cápita china. En grandes urbes como en Shanghái o Pekín, donde hay más oportunidades laborales y una importante masa de inmigrantes, es más fácil mantener los valores actuales, pero en ciudades de tercera o de cuarta se va a sentir el golpe.

P. ¿Estallará la burbuja?

R. No habrá un estallido sistémico. ¿Por qué? Pues porque China ha adoptado una política restrictiva en la concesión de créditos, que se traduce en el requisito de que los compradores hagan un pago inicial por valor del 30% del inmueble, si es el primero que adquieren, y de entre un 40% y un 60% a partir del segundo. Eso supone que, mientras el precio no caiga más de un 30%, la gente continuará pagando sus hipotecas y el impacto será reducido. La pregunta es si el precio va a caer más del 30%. A nivel nacional no lo creo. Pero sí que veremos caídas en ciertas ciudades y algunas empresas quebrarán.

P. Eso puede crear inquietud y alarma entre los inversores.

R. Sí, habrá problemas puntuales. Pero tenemos que ver la situación con perspectiva. El sector inmobiliario representa el 22% de los créditos que conceden los bancos chinos, y el 18% son hipotecas. Así que solo el 4% está relacionado con los promotores. Aunque algunos caigan, el peligro está bajo control.

P. Pero muchos de los promotores piden prestado a la llamada banca en la sombra.

R. Efectivamente. Pero la banca en la sombra está, como dice su nombre, en la sombra. No está regulada. Supone un riesgo y se debería regular y supervisar. Se le debe exigir un ratio de capital suficiente para cubrir los riesgos y que sus operaciones se incluyan en los balances de las entidades. Eso lo estamos haciendo.

P. Shanghái está experimentando con reformas financieras y económicas en la nueva Zona de Libre Comercio (ZLC). ¿Qué se espera de esta iniciativa?

R. Hay que entender esta zona como un experimento de reformas financieras. Es diferente de otras zonas de libre comercio, que suelen estar centradas en dar facilidades a las empresas que se dedican a la importación y exportación. En Shanghái lo importante es la reforma de las cuentas de capital. Facilitar el libre establecimiento de los tipos de interés y de cambio. Ahora permitimos la apertura de la cuenta en renminbís y luego se permitirá su convertibilidad.

P. En cualquier caso, esto solo es posible en la ZLC de Shanghái. ¿Se harán extensibles estas reformas al resto de China?

R. La ZLC es un experimento. Pero el sistema financiero no se puede reformar sólo en un lugar concreto. Finalmente, la puerta caerá y la reforma fluirá por todo el país como el agua. La apertura que se da en la ZLC responde a una política de reforma nacional para el sector financiero.

P. ¿Cuándo cree que veremos esos cambios por toda China?

R. Calculo que en unos tres años. Todavía quedan algunas restricciones importantes. Por ejemplo, en las transacciones que se hacen en divisas foráneas, los residentes chinos no pueden pedir créditos fuera, la inversión extranjera directa necesita aprobación específica, y el mercado de capitales tampoco está abierto a los extranjeros. Pero estas operaciones sí que están permitidas en renminbís. Es una forma de incentivar que las empresas locales inviertan fuera en la divisa china, e ir promoviendo una internacionalización paulatina de la moneda.

P. ¿Cómo impactará el freno de China a nivel global?

R. La demanda mundial es débil todavía. Eso hace que las importaciones caigan y que suceda lo mismo con el precio de las materias primas, incluido el petróleo. Pero no todo son malas noticias. Las importaciones chinas de productos extranjeros están creciendo a buen ritmo. Es una consecuencia lógica de la transformación hacia una economía movida por el consumo interno, algo que también se refleja, por ejemplo, en el aumento del turismo chino hacia el exterior. Cada año más de cien millones de personas visitan el extranjero, y cada uno gasta al menos mil dólares en su viaje. Todo esto ayudará a equilibrar la balanza de China con el mundo.

Fuente: El Pais.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario