Compartir se convierte en la mejor manera de consumir: se obtiene lo que se necesita de forma más asequible y sostenible. La economía colaborativa, que ya está revolucionando sectores como el transporte o el turismo, parte de esta idea para buscar también soluciones diferentes a la vivienda. Una nueva fórmula de uso para la que no se precise la gran inversión que supone adquirir una propiedad y que, al mismo tiempo, sea más completa que un alquiler.
La arquitecta catalana Mariona Soler hace cinco años planteó una alternativa a la que llamó cloud housing y que en la actualidad intenta desarrollar a través de la plataforma Vida+Fácil: un concepto absolutamente innovador que propone crear edificios que funcionen como una empresa, donde los pisos (espacios privados) se combinan con los espacios y servicios comunes, pagando en función del uso que se haga de ellos.
El objetivo fundamental es sacar el máximo rendimiento de la superficie disponible y de los recursos.
¿Cómo se utilizan las viviendas?
Cada familia o usuario paga una cuota por la vivienda que utiliza, pudiendo cambiar de piso si cambian sus necesidades. De tal forma que si se tienen hijos o se van de casa, es posible trasladarse a otro de diferente tamaño, en el mismo edificio o en cualquier otro de los que compondrían una red de cloud housing.
Los edificios que se crean bajo esta idea colaborativa formarían parte de una gran comunidad con una oferta flexible: las viviendas deben adaptarse a los usuarios y no al contrario. Eso además facilita la movilidad laboral.
“El cloud housing no se limita solo al edificio. Se extiende también a un conjunto de edificios que se unen para ofrecer los recursos disponibles. Es un modelo horizontal”, explica Soler.
¿Cómo se organizan los espacios y servicios comunes?
La fundadora de Vida+Fácil sostiene que no tiene sentido que en un edificio haya 30 contratos diferentes de conexión a Internet, que cada piso tenga una lavadora propia o que no se aprovechen las azoteas.
Compartiendo se consigue un gran ahorro al poder comprar al por mayor (por ejemplo, un contrato de Internet para toda una comunidad es menos costoso que uno individual) y se aprovechan mejor todos los recursos (agua, limpieza, reciclaje…), incluidos los energéticos.
Bibliotecas, lavanderías, servicios de guardería y de cocina, arreglos domésticos, huertos urbanos, gimnasio… Todos los vecinos se involucran en la oferta comunitaria fomentando además la sociabilidad y la colaboración. La idea es cubrir todas las necesidades de la vida diaria.
¿Cómo se paga?
Las cuotas se fijan según el tipo de vivienda y los servicios que utilizas. “El pago podría ser con dinero o bien con tiempo –aclara Soler–. Si alguien se queda sin trabajo podría ofrecer su mano de obra al comedor social del edificio y así poder comer gratis todos los días”.
Los ingresos se destinan al mantenimiento del edificio y al pago de los servicios. Cada inmueble contaría con un gestor encargado de asegurar el buen uso de los equipamientos y la coordinación de todas las actividades comunes.
Ya existen algunos proyectos pioneros, como el de Recoopera, una rehabilitación en el barrio de Orba en Alfafar (Valencia), premiado en el Concurso de Revitalización de Vivienda Urbana organizado por la ONU.
Sin embargo, como apunta Mariona Soler, el cloud housing “se encuentra todavía en la fase de proyecto por la dificultad de encontrar financiación. Exige una inversión importante y hay reticencias a invertir en un modelo nuevo. La sociedad demanda nuevos métodos, pero a las administraciones y empresas les falta impulso para apostar por estas ideas socialmente responsables”.
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