jueves, 19 de marzo de 2015

¿Cómo hacer que nuestras ciudades sean realmente sustentables?

 Es insostenible en el tiempo que nuestras urbes puedan crecer, desarrollarse y ser sustentables si no hacemos de ellas lugares que permitan a todos sus habitantes acceder a los beneficios del reparto justo y ético en la educación, la salud, la vivienda, el transporte y los servicios. 

La pregunta es compleja y la respuesta es urgente. Las ciudades requieren para ser sustentables principios básicos desde su génesis que dirijan la acción de todos los factores que las componen, hacia una sostenibilidad en el tiempo, esto es, urbes que sean durables y que permitan un adecuado desarrollo de la vida ciudadana en sus construcciones, vías, áreas públicas, servicios y transporte etc.

La ciudad para ser sustentable y durable tiene necesariamente que ser planificada y pensada para ello.

La integración y coordinación de todos los responsables para que esta trama funcione como una orquesta debe, también, necesariamente estar dirigida por un solo y empoderado director, en lo posible un Arquitecto que adecuadamente asesorado y con autoridad por sobre toda autoridad comunal o ministerial sea el que ordene la ciudad y la planifique coordinadamente de acuerdo al bien común general y no a intereses personales o de minorías activistas que no siempre están pensando en todos sino que en unos pocos.

La ciudad para ser sustentable y durable tiene además que ser ética y justa.

Ética en disponer para sus habitantes una integración social que permita la sociabilidad de todos con todos y en las mismas condiciones.

Espacios públicos iguales en calidad y barrios en los que se entremezclen los ciudadanos sea cual sea su origen, raza, condición socio económica, religión e ideas. Lo que hemos hecho hasta ahora y cada vez con más fuerza es crear verdaderos guetos de pobres, menos pobres, ricos y menos ricos, todos viviendo separadamente y no interactuando como una verdadera sociedad que según la real academia de la lengua significa: “Agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la vida”.

Constituimos unidad distinta de cada uno de nosotros pero no cumplimos con el fin de una mutua cooperación para lograr alguno de los fines de la vida. No lo hacemos, estamos todos alejados, enrejados y separados por muros infranqueables de división y lejanía. La ciudad ética requiere además de ser justa que todos tengamos acceso a los mismos beneficios de vivir en ciudad de ser ciudadanos, definidos como: “Habitantes de las ciudades antiguas o de Estados modernos como sujetos de derechos políticos y que intervienen, ejercitándolos, en el gobierno del país”. ¿Podemos decir que esto se cumple? Difícilmente se puede cumplir con ello cuando las diferencias urbanas son tan grandes y las prioridades tan distintas.

Es insostenible en el tiempo que nuestras ciudades puedan crecer, desarrollarse y ser sustentables si no hacemos de ellas lugares que permitan a todos sus habitantes acceder a los beneficios del reparto justo y ético en la educación, la salud, la vivienda, el transporte y los servicios. Los marginados de participar en estos derechos mínimos para vivir y no solo sobrevivir como sucede a muchos de nuestros compatriotas, deben ser reconocidos e integrados a la sociedad de ciudadanos que componen nuestras ciudades. Para una ciudad ética y justa la participación ciudadana, eficientemente organizada, es un factor primordial e inminente.

Barrios más amables, más humanos y más integrados son una necesidad urgente que debemos enfrentar con fuerza y honestidad. La segregación que invade la convivencia diaria y la falta de acceso a todos los beneficios que entrega una ciudad, son factores que están poniendo mucha presión al acontecer de hoy y de los próximos años en nuestro país y ese no es el país que queremos para las generaciones futuras. El país que queremos debe estar conformado por ciudades sustentables y por lo tanto éticas y justas en las que a la fiesta estén todos invitados por igual.

Esto es urgente y necesario, sino las consecuencias serán desastrosas y lo lamentaremos cuando sea tarde. 

Por Yves Besançon Prats. Es Arquitecto de la Universidad de Chile. Ex Decano de la Facultad de Arte. Profesor de Licenciatura y Titulación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. Past President de la Asociación de Oficinas de Arquitectos de Chile (AOA), director de Publicaciones de la Asociación de Oficinas de Arquitectos de Chile y miembro del Comité Editorial de la Revista de Arquitectura de la AOA También es socio de Alemparte Barreda Wedeles Besançon Arquitectos y Asociados, ABWB. Ha realizado junto a sus socios obras relevantes como los hoteles Hyatt, Intercontinental, Sheraton Miramar y Ritz Carlton, las Clínicas Davila, Santa María y de la Teletón en Regiones y Teatro Teletón; los edificios Costanera Center, Interamericana, Security, Torre Santa María, Teatro Teletón entre otros, además de proyectos Hospitalarios en Perú y Colombia.


Fuente: portalinmobiliario.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario