No hay problema, dividimos las acciones en partes iguales. Ahora lo que importa es vender”. Este tipo de expresiones son muy comunes entre socios fundadores al momento de arrancar un negocio. Aunque la adrenalina producida por la actividad comercial es muy útil al inicio, puede enmascarar, lo que en un futuro podría ser la desgracia de tu negocio: la relación entre socios.
Cuando iniciamos una empresa, el momento de máxima incertidumbre se da en los primeros meses: el producto no se ha probado, no sabemos si la tecnología existente nos servirá, no sabemos si el mercado aceptará nuestro producto, etc. Sin embargo, en ese momento es cuando la mayoría de los acuerdos entre socios se hacen. A la incertidumbre inicial, inherente al negocio, los emprendedores se empeñan en sumarle una adicional: ir hacia adelante sin conocer las verdaderas capacidades y compromisos que cada uno de los socios aportará.
La mayoría de los emprendimientos dividen la propiedad (acciones) de la empresa siguiendo un patrón: lo hacen temprano (cuando está naciendo), no dedican mucho tiempo a la discusión/negociación (lo hacen rápido); y reparten las acciones “a partes iguales” para evitar desacuerdos. La paradoja es que las empresas que siguen este patrón tienen peores desempeños económicos en el mediano y largo plazo.
Uno de los problemas principales es que la falta de compromiso de algunos socios generalmente conlleva a renegociaciones, y esto trae sensación de injusticia y transparencia entre los demás socios. A partir de allí se inicia la batalla campal. Negociar y dividir la propiedad (acciones) más tarde que temprano puede permitir que los fundadores descubran que aporta cada uno, ver el nivel de compromiso, y evitar renegociaciones por malas decisiones tempranas. Por otro lado, dividir la propiedad en partes iguales no siempre es adecuado, porque en general no todos los socios contribuirán con el mismo compromiso, no todos tendrán el mismo costo de oportunidad, y no todos tendrán el mismo nivel de motivación.
En cuanto a la repartición de las acciones, algunos equipos exitosos reconocen los “esfuerzos pasados” realizados por alguno de los fundadores, por ejemplo: dan una prima 10-15% de capital por haber tenido la idea. También dan más participación en las acciones a los socios que dediquen más tiempo al negocio. Algunos equipos exitosos dejan un porcentaje de acciones sin repartir desde el inicio, y que luego de un tiempo, dependiendo de los esfuerzos y compromisos que han desempeñado cada socio, se discuten y se redistribuyen. Por ejemplo: quien traiga un inversor se le puede compensar con más participación.
La clave para ese “primer negocio” que es el acuerdo entre socios, parece ser que el equipo emprendedor se siente a pensar el tema y estén cómodos con la decisión tomada, tanto en el momento de tomarla, como en el largo plazo. No existe una única fórmula, y lo mejor es abordar el tema desde el inicio. Como dice el dicho: “Es preferible ponerse rojo al principio y no amarillo después”.
Coordinador y profesor del Centro de Emprendedores del IESA
Extraído de http://www.iesa.edu.ve
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