Foto William Dumont
El matrimonio, que vive en un anexo de la casa de una tía en El Amparo, Catia, Distrito Capital, acudió a varias administradoras y revisó páginas web y periódicos con ofertas para arrendar apartamentos. “Desistimos de alquilar por los altos precios”, afirmó. “Cumplíamos plenamente la condición de pareja sin hijos –queremos que vengan cuando tengamos nuestra propia vivienda–, pero la exigencia económica sí que era muy difícil: pagar de un solo golpe 25.000 o 30.000 bolívares de depósito, equivalentes a 3 o 4 meses de alquiler para un apartamento en la avenida Urdaneta o la avenida Sucre”, recordó. Agregó que con su sueldo de 8.000 bolívares mensuales y el de su esposa, que es enfermera, de 9.000 bolívares al mes, con la paga extra por guardias, tenían la disyuntiva entre alquilar o comprar. “Ante tanta traba en la primera opción nos decidimos por la segunda, pero no ha sido fácil”. El peregrinaje. El primer intento de compra fue hace tres años: un apartamento por el cual pagaron 70.000 bolívares, producto de sus ahorros y la venta del carro. El promotor cobró otros 10.000 bolívares para hacer el contacto con una persona de un banco del Estado, con la finalidad de que saliera pronto el crédito. “El banco solo nos financiaba 350.000 bolívares, insuficientes para pagar el monto completo del apartamento. Intentamos buscar más dinero sin resultados. Al final perdimos la inicial porque pasaron los tres meses de plazo de la ley y el propietario no te los devuelve y el señor de los 10.000 bolívares se desapareció”, relató. En seguida se anotaron en una cooperativa de ahorro y préstamo. “Es una compañía seria. Metíamos en el pote 7.800 bolívares mensuales, cada uno, por 2 contratos para obtener en total 800.000 bolívares a la vuelta de 36 meses”. Refirió que pagaron puntualmente las mensualidades y tendrían la suma en febrero de 2014, sin embargo, la empresa les comunicó que se irían de Venezuela si no mejoraba el panorama nacional. “Decidimos aguantarnos hasta junio para ver si la situación del país mejoraba, pero la empresa definitivamente se va. Estamos a la espera de que nos devuelvan nuestro aporte con una indemnización, eso será en septiembre”, dijo. Los Navas emprenden ahora su tercer intento con una firma de abogados que asesora a los compradores sobre la reducción de las cuotas mensuales del préstamo a través de los diferentes subsidios de la legislación venezolana. EL DATO Los Navas estudian irse del país, sobre todo por el problema de la inseguridad. “Habíamos pensado en Canadá, pero a mi esposa no se le da muy bien el inglés por lo que sería España o Ecuador”, precisó Guillermo Navas. En ese objetivo hace esfuerzos por graduarse, a comienzos de 2016, de ingeniero de sistemas en la universidad donde cursa estudios y que ha debido abandonar en varias oportunidades para bajar los costos familiares y reunir el dinero de la vivienda. Fuente: El Nacional |
martes, 2 de septiembre de 2014
Venezuela: "Desistimos de alquilar por los altos precios"
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