sábado, 27 de diciembre de 2014

De urbanistas y urbanizadores


Foto: Google
 El urbanista es el que emplea la planificación urbana como técnica para ordenar el crecimiento de una ciudad y la ocupación de su territorio, consiguiendo con ello el bienestar de la población. El urbanizador es aquel que convierte un terreno en un centro poblado, creando calles y servicios y construyendo viviendas para sus ocupantes en el marco de la ley. Tanto el urbanista como el urbanizador buscan un mismo fin: el bienestar de los ciudadanos. Sin embargo, en la práctica el desarrollo de estas actividades es contrapuesto y no coinciden en el tiempo. Por un lado tenemos el proceso de planificación urbana -que pese a los esfuerzos de quienes tienen a su cargo la misma-, es desbordado en la práctica por la ocupación del territorio. Entonces, ¿es posible que ambas coincidan o se realicen paralelamente?

Sin duda, la realidad avanza a galope descontrolado y más en la ocupación del territorio, impulsada por la necesidad de vivienda debido a un crecimiento económico. Crecer no es malo, salvo que se convierta en una “acromegalia” (crecimiento que termina entorpeciendo). Al contrario, es una oportunidad que debemos aprovechar, canalizándola correctamente y no oponiéndonos por oponernos. Para ello revisemos si la institucionalidad nos ayuda en este propósito. A nivel nacional tenemos al Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento como ente “normativo”. Los gobiernos regionales cuentan con una gerencia o dirección regional de vivienda con algunas propuestas de planes de vivienda y a nivel local las gerencias de desarrollo o planificación urbana. Precisamente este último nivel es el que alberga, según la Constitución Política del Perú, la función de “planificar el desarrollo urbano y rural de sus circunscripciones, incluyendo la zonificación, urbanismo y el acondicionamiento territorial”. De acuerdo al D.S. 04-2011-Vivienda, hay entre otros, dos instrumentos de planificación urbana que determinan la planificación y el uso del territorio: el Plan de Acondicionamiento Territorial (PAT) y el Plan de Desarrollo Metropolitano (PDM) (hoy en el caso de Arequipa, ambos planes son evaluados por el Colegio de Arquitectos).

Hay instituciones e instrumentos de planificación, pero aun así, la realidad los supera ampliamente. La falta de articulación es determinante no solo entre instituciones, sino incluso entre instrumentos de planificación de los tres niveles de gobierno. El desarrollo de los planes sin la participación ciudadana, de espaldas a los urbanizadores complica más la situación. Para ello se demanda el ejercicio del liderazgo de nuestros alcaldes, convocando y participando con el fin de consensuar el crecimiento de nuestra ciudad. A nivel local y nacional también se pueden hacer ajustes y mejoras a la institucionalidad. Países vecinos como Brasil y Colombia han creado un Ministerio de Ciudades y el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio, respectivamente. Dichos organismos, con singular éxito vienen ordenando y orientando el crecimiento de las ciudades. En las municipalidades -considerando el proceso de descentralización y la autonomía con que éstas cuentan- deberían pensar en una institución con solvencia técnica y capacidad de convocatoria a fin que puedan articular la realidad a la planificación y evitar las dicotomías entre los que son urbanistas y urbanizadores.

Fuente: larepublica.pe

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