jueves, 11 de diciembre de 2014

¡Cuando se acaba el amor con los clientes!


A menudo tenemos que replantearnos nuestras relaciones, con nuestra pareja igual que con nuestro cliente. Nuestra pareja es la persona más maravillosa del mundo, hasta que deja de serlo, y nuestro cliente tiene la razón, su razón, hasta que deja de tenerla. En ese momento tenemos dos alternativas: dejarlo estar, seguir la corriente, hacer como que el problema no existe… o enfrentarse a la situación, intentar resolverlos problemas, y poner punto final a la relación si es necesario. Tú eliges…

Si un vendedor se empecina en un precio a pesar de que, tras haber realizado esfuerzos más que suficientes, el mercado nos dice que por ese precio no va a vender, el cliente no tiene razón. Si un cliente comprador rechaza propiedades interesantes, una tras otra, y se empeña en hacer ofertas muy por debajo de mercado, no tiene razón. No merece la pena seguirle la corriente; explica tajantemente un artículo de la web españolainmobiliarios20.com.

Lo que tenemos que plantearnos,indica,  es ¿cómo fue posible que empezáramos esa relación? ¿No lo vimos venir desde el principio? ¿Por qué pensamos que los problemas desaparecerían solos? ¿Aceptamos un precio absurdo pensando que ya se caería del burro…? ¿Andábamos tan necesitados de compradores que nos pusimos a enseñar inmuebles sin ton ni son a gente que no tenía motivación suficiente… sin saber qué era realmente lo que quería…? Una vez nos puede pasar… dos… pero una vez y otra, y otra… es para hacérselo mirar.

Aunque a lo mejor sí: el cliente tiene su razón, pero si su razón entra en conflicto con la realidad, o incluso si entra en conflicto con nuestras razones y nuestros intereses, lo mejor es romper esa relación con él. "Lo siento, no puedo ayudarle… lo nuestro terminó…"

Lo que no tiene sentido es seguir arrastrando una relación viciada. A veces, hay que alejarse o poner límites cuando aún se puede; no siempre el cliente tiene la razón, ese viejo mito, quedó atrás…

(Vía inmobiliarios20.com)

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