ENTORNO URBANO: Por ir de crisis en crisis, cada emergencia es una oportunidad para improvisar | |
Vivir en sociedad implica obligaciones y derechos. Es elemental aportar para sostener lo común y así poder exigir los derechos. Educar para vivir en sociedad es responsabilidad de los gobernantes y cuando predican como innecesario pagar por lo que se recibe, incurren en soborno. La población de Venezuela padece el engaño de creer que, gracias al petróleo, por ser una propiedad de la sociedad, todo son derechos y no hay obligaciones. Para algunos la vida es muy fácil porque, como decía Guzmán Blanco, el peculado se olvida a las dos generaciones. Para otros, aunque sobrevivir es difícil, votan por los anteriores esperando recibir algo. En el medio están los que solo saben r trabajar honestamente y son exprimidos con saña. Cuando una sociedad depende de caprichos y pierde la noción de grupo, funciona sin metas. Por ir de crisis en crisis, cada emergencia es una oportunidad para improvisar con corrupción adherida. El resultado son ciudades amorfas, carentes de competitividad y cautivas de la mediocridad, como Caracas que parece estar en transición desde sucursal del cielo hacia capital del infierno. Es la consecuencia de confundir política con administración, dos funciones diferentes pero complementarias si la burocrática fuera capaz de ejecutar programas y proyectos sin preocupación por su estabilidad ante relevo de gobiernos. Pero no funcionamos con continuidad administrativa y por lo tanto predomina la improvisación. En un país rico desde hace unos ochenta años, este modo de gobernar es errado como lo demuestra la inmensa distancia entre lo logrado y lo que se pudo haber hecho. Lamentar es inútil, lo que corresponde es actuar con seriedad. La población urbana está distribuida en dos porciones. Una sobre territorios mal ocupados, con carencia de servicios, de acceso y con abundancia de inseguridad. Dado el nivel de ingresos allí predominante, las soluciones dependerán del Estado, al igual que con el déficit general en servicios, vialidad y equipamientos mayores. Queda la "ciudad formal", de cascos antiguos y urbanizaciones, que aportan algo, reciben poco y mucho resienten el deterioro urbano y el mal desempeño de la mayoría de los gobiernos municipales. Mantener en buenas condiciones una urbanización debería partir de conocer los impuestos a sufragar y cuanto se recauda así como lo requerido para conservarla y cuanto en realidad se gasta. Este ejercicio no se practica porque conduciría a aumentar los impuestos, opción que por temor a perder votos, es impensable para los políticos cuando administran. Quizás convenga una legislación ad-hoc para que los residentes de una urbanización asuman el mantenimiento mediante un condominio urbanístico integrado al documento de parcelamiento o como empresa sin fines de lucro (pero tampoco de pérdida), propietaria de los equipamientos y con capacidad para generar ingresos e invertirlos. Sería una vía para aprender a emprender y a dejar de lado la creencia de que todo es "conseguible" si se tiene influencia sobre el gobierno o con gobernantes. Fuente:Victor Artis El Universal 02/02/2013 |
viernes, 8 de febrero de 2013
Proyecto Urbano
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