Los rusos desembarcan en la costa española para comprar lujosas viviendas
AFP.- Situado en la agreste costa del norte de Barcelona, el municipio de Playa de Aro recibe a numerosos rusos que, atraídos por el clima y la tranquilidad, compran lujosas viviendas en el litoral español.
Como muchos otros pueblos del litoral mediterráneo, este enclave turístico de 10.500 habitantes en la Costa Brava (noreste de España) está minimizando su crisis gracias a la llegada de estos nuevos vecinos, cuyo número se ha triplicado desde 2004 hasta 575.
"Actualmente el 90% de las ventas en Playa de Aro es para gente de habla rusa, ya sean de Rusia, Kazajistán o Ucrania", afirmó Juan Santiago, cuya inmobiliaria JS Platja d'Aro trabaja con rusos desde hace ocho años.
"Lo bueno de esta zona es que no necesitan ni guardaespaldas ni chófer. Aquí, la seguridad es total", añadió.
Sergueï Maslov y Larissa Maslova, matrimonio de constructores de 53 y 51 años de Novosibirsk (centro de Rusia), son de sus últimos clientes. Desde hace cuatro años pasan allí largas temporadas de vacaciones y ahora buscan una segunda residencia donde escapar del invierno siberiano.
"La temperatura puede ser inferior a 40 grados bajo cero. Por eso, queremos venir aquí que tenemos sol, buena temperatura y lo podemos pasar muy bien con nuestros hijos y nietos", explicó Maslova, con un llamativo abrigo blanco, un bolso de alta costura y unos zapatos de pronunciado tacón.
La pareja visitó una espectacular casa de 700 metros cuadrados con seis habitaciones y un salón gigante decorados con un estilo moderno y minimalista, piscina y una sauna "algo pequeña" para Larissa.
Ubicada en una colina llena de mansiones de ciudadanos rusos, la casa cumple con los requisitos básicos de estos clientes: seguridad, tranquilidad y una privilegiada vista de la costa, llena de pequeñas calas y con vegetación hasta la misma línea de mar.
Su precio -3,5 millones de euros- no parece un inconveniente.
"Es muy grande y muy bonita. Sobre todo la vista panorámica y la ubicación, tranquila y segura", evaluó Maslova, tras pasear por la terraza y contemplar el Mediterráneo.
Según Registradores de la Propiedad, los rusos compraron 2.399 viviendas en España en 2012, especialmente en la costa mediterránea, un 50% más que en 2011 y ocho veces la cifra de 2006, estimulando un sector hundido desde el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008.
"El cliente ruso no tiene condicionante de precio. Es selectivo y está salvando el sector", señaló Xavier Salvadó, de la inmobiliaria Salvadó&Gubert también en la Costa Brava.
Alina Bondarenko, abogada rusa residente en España desde hace más de diez años, esgrime principalmente dos motivos: "el efecto boca a boca" y "el desplome de los precios en España unido al creciente poder adquisitivo de los rusos".
En un país en recesión, sin consumo interno y con altos índices de paro, estos exclusivos y gastadores huéspedes son recibidos con los brazos abiertos.
Incluso, el Gobierno español estudia conceder el permiso de residencia a los extranjeros que compren viviendas de más de 160.000 euros.
"Si se afincan en nuestro pueblo, significa que nos darán vida durante todo el año", apuntó la concejal de turismo de Playa de Aro, Imma Gelabert.
Por ello, los carteles y menús en cirílico proliferan en las calles, la prensa rusa llega a los quioscos, la música folclórica del país suena en los comercios e, incluso, hay un bar con fotos del Kremlin y comida tradicional rusa llamado "Plaza Roja".
"En cualquier tienda de Playa de Aro vas a encontrar una chica que habla ruso", añadió Nataliya Zmeul, ucraniana de 34 años y dependienta de una joyería.
"Si no tuviéramos clientela rusa, el pueblo estaría arruinado. Vivimos del turismo y solo ellos nos salvan", sentenció Santiago.
Como muchos otros pueblos del litoral mediterráneo, este enclave turístico de 10.500 habitantes en la Costa Brava (noreste de España) está minimizando su crisis gracias a la llegada de estos nuevos vecinos, cuyo número se ha triplicado desde 2004 hasta 575.
"Actualmente el 90% de las ventas en Playa de Aro es para gente de habla rusa, ya sean de Rusia, Kazajistán o Ucrania", afirmó Juan Santiago, cuya inmobiliaria JS Platja d'Aro trabaja con rusos desde hace ocho años.
"Lo bueno de esta zona es que no necesitan ni guardaespaldas ni chófer. Aquí, la seguridad es total", añadió.
Sergueï Maslov y Larissa Maslova, matrimonio de constructores de 53 y 51 años de Novosibirsk (centro de Rusia), son de sus últimos clientes. Desde hace cuatro años pasan allí largas temporadas de vacaciones y ahora buscan una segunda residencia donde escapar del invierno siberiano.
"La temperatura puede ser inferior a 40 grados bajo cero. Por eso, queremos venir aquí que tenemos sol, buena temperatura y lo podemos pasar muy bien con nuestros hijos y nietos", explicó Maslova, con un llamativo abrigo blanco, un bolso de alta costura y unos zapatos de pronunciado tacón.
La pareja visitó una espectacular casa de 700 metros cuadrados con seis habitaciones y un salón gigante decorados con un estilo moderno y minimalista, piscina y una sauna "algo pequeña" para Larissa.
Ubicada en una colina llena de mansiones de ciudadanos rusos, la casa cumple con los requisitos básicos de estos clientes: seguridad, tranquilidad y una privilegiada vista de la costa, llena de pequeñas calas y con vegetación hasta la misma línea de mar.
Su precio -3,5 millones de euros- no parece un inconveniente.
"Es muy grande y muy bonita. Sobre todo la vista panorámica y la ubicación, tranquila y segura", evaluó Maslova, tras pasear por la terraza y contemplar el Mediterráneo.
Según Registradores de la Propiedad, los rusos compraron 2.399 viviendas en España en 2012, especialmente en la costa mediterránea, un 50% más que en 2011 y ocho veces la cifra de 2006, estimulando un sector hundido desde el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008.
"El cliente ruso no tiene condicionante de precio. Es selectivo y está salvando el sector", señaló Xavier Salvadó, de la inmobiliaria Salvadó&Gubert también en la Costa Brava.
Alina Bondarenko, abogada rusa residente en España desde hace más de diez años, esgrime principalmente dos motivos: "el efecto boca a boca" y "el desplome de los precios en España unido al creciente poder adquisitivo de los rusos".
En un país en recesión, sin consumo interno y con altos índices de paro, estos exclusivos y gastadores huéspedes son recibidos con los brazos abiertos.
Incluso, el Gobierno español estudia conceder el permiso de residencia a los extranjeros que compren viviendas de más de 160.000 euros.
"Si se afincan en nuestro pueblo, significa que nos darán vida durante todo el año", apuntó la concejal de turismo de Playa de Aro, Imma Gelabert.
Por ello, los carteles y menús en cirílico proliferan en las calles, la prensa rusa llega a los quioscos, la música folclórica del país suena en los comercios e, incluso, hay un bar con fotos del Kremlin y comida tradicional rusa llamado "Plaza Roja".
"En cualquier tienda de Playa de Aro vas a encontrar una chica que habla ruso", añadió Nataliya Zmeul, ucraniana de 34 años y dependienta de una joyería.
"Si no tuviéramos clientela rusa, el pueblo estaría arruinado. Vivimos del turismo y solo ellos nos salvan", sentenció Santiago.
Fuente: AFP Noticias
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